Democracia en tiempos de pan y circo

Actualmente, en lugar de ofrecer propuestas bien argumentadas, los aspirantes a cargos públicos promueven olas de odio contra sus contrincantes intentando desvirtuar cualquier antecedente de estos.

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Narciso Orellana (1-I), Isaac Portillo (2-I) y Michell Mercado (D) felicitan a Rodolfo Zelaya tras el gol de la victoria de Alianza. Foto EDH/ Jonatan Funes

Por Carlos Reyes

2021-04-04 5:41:04

En la antigua Roma, el reconocido poeta Juvenal escribió en uno de sus versos la emblemática expresión “Panem et circenses”. La traducción literaria al español es “pan y circo”, lo cual alude a una arcaica estrategia usada por los césares, que consistía en entretener y alimentar al pueblo para distraerlo de problemas importantes. La pregunta crucial que deberíamos plantearnos es ¿qué tan lejos estamos de esa realidad que se vivía hace cientos de años?
La democracia busca que la población se sienta escuchada y representada en la toma de decisiones trascendentales. Por ello, teóricamente, este sistema procura que la población elija al gobernante que exponga ideas alineadas con el pensar de las masas. Consecuentemente, en un ambiente ideal, resultará electo el candidato que presenta las propuestas que más beneficien a sus votantes; pero, definitivamente, en la práctica esto no sucede.
Actualmente, en lugar de ofrecer propuestas bien argumentadas, los aspirantes a cargos públicos promueven olas de odio contra sus contrincantes intentando desvirtuar cualquier antecedente de estos. La situación se torna aún más frustrante cuando se evalúan las gestiones de los funcionarios electos, quienes suelen priorizar el show y se valen de cortinas de humo. Así, parece que los gobiernos, independientemente de su ideología, buscan desinformar a la población; obran bajo la estrategia de “pan y circo”. Es realmente preocupante que la democracia se haya trastornado de este modo.
Todo lo anterior ha desatado dos consecuencias: el desinterés parcial o total de los jóvenes hacia la política y que la democracia se base en los famosos “votos de castigo”. Está situación podría derribar esta preciada estructura, edificada tras años de esfuerzo. Lastimosamente, si prevalecen las actitudes políticas actuales, dicha caída parece inevitable.
No obstante, hay tres alternativas que podrían prevenir esta nefasta situación. La primera es fomentar asociaciones que les den a los jóvenes la oportunidad de aprender y opinar acerca de cualquier tema político, en un ambiente académico y constructivo. Esto permitirá un mayor ingreso de jóvenes a la vida política desde temprana edad. La segunda propuesta es eliminar el voto por bandera en las elecciones de diputados para evitar, en cierta medida, el sufragio por tradición y fomentar al electorado a tomarse el tiempo para elegir por quién votar. Esta medida traería consigo un interesante beneficio: forzaría a los partidos políticos a promover a sus candidatos con más esmero, y estos, al mismo tiempo, tendrían que sobresalir dando conocer sus propios argumentos e ideales. Además, este cambio debe ir de la mano con la tercera propuesta, que es construir plataformas en distintos medios que expongan exhaustivamente los perfiles de los candidatos.
Estos mecanismos, que buscan principalmente evitar la desinformación y promover el voto crítico, pueden corregir el rumbo al que nos dirigimos. Hay que recordar que la ciudadanía debe enfocarse en cuestiones de relevancia política y social sin dejarse llevar por artificios; solo así subsistirá la democracia.

Estudiante de Ingeniería en Negocios

Club de opinión política estudiantil (COPE)