Los democráticos y los totalitarios

,

descripción de la imagen
Foto EDH / Archivo

Por Mirella Schoenenber Wollants

2021-09-23 5:00:03

Así denominadas las dos líneas de pensamiento que residen en las mentes de los habitantes de muchos de los países de América Latina y cuya expresión material se manifiesta muy frecuentemente a través de marchas populares, protestas, demandas ante los organismos internacionales que deben velar por el cumplimiento del respeto y protección a los derechos humanos, entre otros.

Los Democráticos son todos aquellos individuos que creen en la doctrina de los derechos humanos como fuente para la convivencia pacífica entre hombres y mujeres, que se debe trabajar para su respeto y sus garantías; que creen en el Estado de Derecho como la forma de organización del aparato estatal, donde todos los humanos son tratados con igualdad incluyendo a los que detentan el poder, de tal manera que se previene o elimina la naturaleza despótica de los funcionarios estatales. Por lo que, los individuos democráticos están convencidos que necesitan una Constitución, como la expresión de un “pacto social”, creada en base a principios filosóficos, sociales, jurídicos y políticos, que tenga como origen y fin a la persona humana misma y no a intereses mezquinos, ya sea personales, familiares o de grupos, así como funcionarios estatales dispuestos a ejecutarla al pie de la letra.

Por el otro lado, los totalitarios, son todos aquellos individuos que: Uno, movidos por y enarbolando el odio social, desean un jefe de Estado único, controlador de todo, que implemente actos de venganza contrarios a las leyes, ignorando que hoy es el vecino y mañana, las víctimas de esas vendettas serán ellos mismos; dos, no han superado los resabios feudales, por lo que creen que el jefe del Órgano Ejecutivo es un rey medieval que debe actuar según sus caprichos y además sus obras son favores y regalos de calidad divina; tres, aún sueñan con un país comunista como Cuba y Nicaragua y la antigua URSS donde se le quitará al vecino que envidian para dárselo a ellos; cuatro, los que quedaron incluidos dentro del aura privilegiada del régimen y han logrado un empleo gubernamental o han conservado el que tenían, que de otra manera no hubieran conseguido por su falta de preparación y experiencia, o están haciendo negocios con ellos.

Estas nuevas denominaciones para el pensamiento político popular es un avance significativo en la historia de América Latina (formalmente, pues materialmente viene existiendo desde hace mucho), pues deja atrás otras denominaciones (izquierda, derecha, leninistas, fascistas, marxistas, etcétera) que ya están caducas y no responden al sentir de la gente ni marcan el rumbo de las soluciones estatales que los pueblos latinoamericanos tanto necesitan.

Con la fe puesta en el Creador, quien nos ha dado todas las habilidades y capacidades, podremos construir una nueva América Latina libre de totalitarismos y, en el caso nuestro, un El Salvador donde, juntos, unidos, superemos ideologías caducas y en base a acuerdos mínimos, podamos vivir en el país que todos queremos, donde existan las condiciones para lograr bienestar para todos y seguridad jurídica; con menos pan y circo, para dar paso a más trabajo, libertad y verdadera justicia. ¡Hasta la próxima!