Resiliencia por la ausencia de los desaparecidos

“Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”: Viktor Frankl, ex prisionero de guerra

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El regreso a clases presenciales este 6 de abril de 2020 deberá hacerse con orden y cumplimiento de medidas de seguridad, para evitar contagios por COVID-19. / Foto EDH Jonatan Funes

Por Luis José Samayoa Rodríguez

2021-04-05 9:27:34

Las desapariciones de personas es un fenómeno que se ve latente a nivel mundial, tanto en países nombrados como desarrollados, así como también aquellos titulados como países en proceso de desarrollo. Lo anterior puede deberse a diversas circunstancias como, por ejemplo, conflictos armados, desastres naturales y migraciones, en donde cientos de miles de personas están desaparecidas a nivel mundial.
En El Salvador, solo en el año en curso, más de 200 personas se encuentran desaparecidas según la Fiscalía General de la República. Otros datos reflejados por el Ministerio Público arrojan mínimas diferencias sustanciales en lo que respecta a las categorías por género, ya que entre los desaparecidos se encuentran niños, mujeres y hombres, lo cual es altamente preocupante.
Si bien es cierto que se cuenta con algunas herramientas para dar seguimiento en la búsqueda de personas, el fenómeno de las desapariciones parece no tener fin, las circunstancias son diferentes en cada caso y la búsqueda se vuelve es cada vez más compleja. Por lo anterior, es tarea y prioridad de la población apoyar de forma inmediata en reportar si se conoce sobre algún caso al respecto, como parte de la cooperación y en especial para salvaguardar poblaciones que puedan ser altamente vulnerables a sufrir este problema social.
Otro elemento a requerir por parte de las familias que por alguna razón desconocen el paradero de algún familiar o conocido, es el apoyo en la salud mental, a efectos de poder brindarles las herramientas necesarias para poder sobrellevar con resiliencia la situación que enfrentan. No basta con el apoyo psicológico y psicosocial. Es aconsejable que las comunidades, bajo el apoyo del sector público y privado, ofrezcan a las familias una red de personas que escuchen sus historias sin ser demasiado inquisitivas o sentenciosas. Actividades profesionales, recreativas y artísticas brindan a las familias ofrecen oportunidades para dedicarse a otras actividades cotidianas en su vida y rol en la sociedad. Lo anterior logra forjar vínculos sociales y fortalecer la autoestima, ayudando así a reducir las tensiones y a restablecer una estabilidad más amplia en la comunidad.
Responder de forma adecuada ante estas necesidades de primer grado exige un compromiso continuo y sostenido por parte de las comunidades, los actores locales y las autoridades en general, ya que las familias se sienten reconfortadas cuando otros miembros de la sociedad son conscientes de su pérdida y de sus dificultades. Perdamos el miedo y reportemos si somos conocedores, apoyemos bajo nuestras posibilidades a todas esas familias que se encuentran bajo un momento de incertidumbre y oscuridad, a efectos de lograr encontrar una luz en el final del túnel.
Tal y como rezaban las palabras del ex prisionero de guerra Viktor Frankl: “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”. Que esa resiliencia se vuelva una capacidad de poder hacer frente a esta adversidad a la que como sociedad salvadoreña nos enfrentamos desde hace mucho tiempo. Que el dolor y sufrimiento, en la manera de lo posible, se transforme en esa fuerza motora para superar la problemática y sobreponerse a ella.

Master en Tributación Internacional y Asesoría Jurídica de Empresas, Decano de la Universidad Nueva San Salvador.