Debate ideológico y cientificismo

Un profesional serio no le teme a confrontar sus ideas con las del disidente en un debate; solamente necesitará exponer diligentemente su postura ante cualquier discrepancia valiéndose de lo que sabe con la intención de enseñar e informar.

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La afición de Luis Ángel Firpo celebró con todo en el Estadio Sergio Torres Rivera. Foto: Cortesía Luis Ángel Firpo

Por Guillermo Zaragoza

2021-09-27 6:59:35

Entre los participantes de espacios de discusión política y similares resulta cada vez más notoria una autopercepción de objetividad y de estar fomentando el pensamiento crítico, defendiendo radicalmente lo que algunos llaman antidogmatismo. Sin embargo, en ocasiones, estas apreciaciones esconden una nueva forma de dogmatismo más sutil, aquella que comprende dentro de sus dogmas la afirmación paradójica de no tener dogmas.
Esta conducta puede observarse en quienes, recurriendo aparentemente a la ciencia, emplean numerosos sofismas para respaldar sus discursos. Esto se puede llevar a cabo viciando el concepto de evidencia empírica, misma que puede ser presentada de forma incompleta o malinterpretarse; en ciertos casos, incluso, se ocultan deliberadamente sus limitaciones analíticas, de modo que lo expuesto tiende a distar de la conclusión tajante que se nos impone, so pena de ser “anticientíficos”. Un ejemplo de este fenómeno lo vemos en quienes dicen citar papers académicos cuando en realidad solo hacen referencia a los resúmenes de prensa de los mismos y que se pueden encontrar con títulos tendenciosos en internet.
Estas prácticas también se delatan en el uso reiterado de la falacia de autoridad. Los pitagóricos solían asegurar: “Esto es así porque lo dijo Pitágoras”. No se puede negar el aporte histórico de Pitágoras en filosofía y matemáticas; pero es completamente falaz afirmar que este prestigio es extensivo a cualquier tema referente a ambas disciplinas o, peor aún, que no se puede cuestionar a Pitágoras porque no se es tan talentoso ni prestigioso en ciertas áreas como él. Después de todo, el prestigio consiste en un mérito obtenido en alguna materia específica, en un tema y momento determinados; no es una brecha que delimita lo que puede o no ser discutido, ni mucho menos establece quién puede o no cuestionar. El prestigio no tiene peso argumental alguno si no se ve respaldado en la calidad del argumento en sí mismo.
Pero la característica más propia del dogmatismo científico es que promulga la hostilidad frontal en contra de quienes proponen críticas o nuevas perspectivas para contrastarlas con los axiomas imperantes. Un profesional serio no le teme a confrontar sus ideas con las del disidente en un debate; solamente necesitará exponer diligentemente su postura ante cualquier discrepancia valiéndose de lo que sabe con la intención de enseñar e informar. Una persona cerrada, en cambio, tiene la necesidad imperiosa de ridiculizar a sus detractores; procura que el ambiente del debate sea en todo momento un ataque personal en contra del que plantea la duda, con la intención implícita de desincentivar las discrepancias y la formulación de cuestionamientos.
Otro punto sobre el que conviene reflexionar es que la ciencia no es un cuerpo de planteamientos exento del debate ideológico. Independientemente de la postura de cada quien, es necesario estar de acuerdo en que toda la información necesita de un marco mental que la descifre, el cual se ve influenciado por el contexto de cada intérprete.
Por tanto, el cientificismo no es solamente un vicio de la investigación científica; afecta también a otras disciplinas como la filosofía o la política. En este sentido, algunos se valen de la buena prensa del término “científico” y lo utilizan sin fundamento para ocultar el carácter ideológico de sus discursos, para así blindarlos de críticas. Por ello, el debate político debe ser honesto; hay que eliminar del mismo todas sus características tribales, así como prescindir de falacias de autoridad y de la hostilidad con la crítica. Y es que las discusiones deben sustentarse, más bien, en una correcta representación de la evidencia empírica, dando pie al disidente a usar provechosamente nuestros aportes.

Estudiante de Economía

Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)