El pasado domingo se celebraron en Nicaragua elecciones para la presidencia, dando como ganador al actual presidente, Daniel Ortega, elecciones que se califican como una pantomima y que no fueron libres ni justas.
Entre muchas cosas más porque, existió un elevado porcentaje de ausentismo en las urnas, la gente no salió a votar, las calles estaban vacías. Los que votaron fueron los policías, ejército, empleados públicos, muchos por coacción de las autoridades, que de no hacerlo los despedirían o peor los encarcelarían.
Al final de la tarde los alcaldes y alcaldesas oficialistas tuvieron que salir casa por casa para buscar personalmente a todas las personas que han “beneficiado”. Porque la preocupación oficialista era mucha al ver que ni sus mismos simpatizantes habían salido.
En algunos centros de votación los padrones eran más de dos mil personas y solo llegaron a votar doscientas. Casi a mediodía, al tener los datos de que la gente no llegaba, el mismo presidente tuvo que salir a enviar un mensaje, que podemos calificar de amenazador, a la población que solamente con él existirá la paz en Nicaragua, que con cualquier otro reinará el caos.
Para muestra de esta amenaza el viernes previo a las elecciones se hizo una redada donde más de cincuenta opositores fueron capturados y se esperan más redadas pronto, numerosos defensores de derechos humanos. feministas y periodistas están escondidos. Existen en Nicaragua muchos presos políticos incluyendo candidatos a la presidencia.
Felicitar el triunfo de Ortega es incoherente e insultante, sobre todo de aquellos que se pronuncian contra la instauración de una inminente dictadura en El Salvador. Más de 36 países se han pronunciado sobre la ilegitimidad de las elecciones, demandando la liberación inmediata de todos los presos políticos y que cese la persecución estatal hacia los disidentes.
En Nicaragua no hay democracia y El Salvador va por el mismo camino, el guion se está cumpliendo, unos pasos atrás quizás, pero la amenaza de un posible fraude mediante el voto electrónico de la diáspora; la existencia de presos por persecución política; la posible inclusión en la Constitución de un partido único; las violaciones sistemáticas de derechos humanos, a la libertad de expresión y prensa, son una muestra nada más.
Nicaragua es nuestro espejo futuro, muchos pueden decir que no, pero los acontecimientos antidemocráticos en nuestro país nos demuestran lo contrario. El que tenga ojos para ver que vea.
Abogada y defensora de derechos humanos.