Ciencia y Religión en tiempos de crisis

En medio de la crisis sanitaria desencadenada por la pandemia de COVID-19 y otros eventos adversos que actualmente golpean nuestro mundo es común ver tanto pequeñas como grandes muestras de religiosidad, en que las personas pertenecientes al mundo laico como al de las ciencias médicas se acercan a lo religioso

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Brooklyn, el hijo mayor del futbolista David Beckham y de la cantante Victoria Beckham, se comprometió. Foto AFP

Por Mario Aguilar Joya

2020-07-11 6:24:38

La evaluación de estas dos disciplinas siempre es motivo de discrepancia y quizá lo más importante es que esta temática se ha tratado desde el principio del cristianismo sin que aún en nuestros días encontremos coherencia en el diálogo que deberían mantener la Ciencia y la Religión. Para esquematizarlo en forma sencilla, estas dos disciplinas se han visto como líneas paralelas que han convivido a través del tiempo, en ocasiones con tendencia a acercarse mucho, pero sin tocarse ni mucho menos caminar juntas; las más de las veces con reclamos entre los miembros de cada una de ellas hacia el “grupo contrario”, lo que sin duda ha producido un distanciamiento silente entre las dos disciplinas.
El mejor ejemplo que puedo citar al respecto, ocurrió en el periodo conocido como la Guerra Fría, específicamente el 12 de abril de 1961, cuando el cosmonauta ruso Yuri Gagarin, a bordo de la nave Vostok I, orbitó alrededor de nuestro planeta por un periodo de 1 hora y 48 minutos, regresando de nuevo a la Tierra vivo y sin efectos negativos a su salud. Había logrado convertirse en el primer hombre en salir y entrar al planeta sin haber sufrido daño alguno. Se volvió un verdadero triunfo personal, pero más aún fue un éxito inmensurable para la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) quienes habían ganado la batalla contra los Estados Unidos por colocar a un hombre en órbita por primera vez.
La propaganda de la Unión Soviética de ese entonces pregonaba con gran orgullo y euforia que mientras Gagarin estaba en el espacio había dicho: “Estoy en el cielo y No he visto a Dios”, convirtiéndose no solamente en un triunfo de la ciencia, sino también de la ideología marxista que negaba la existencia de Dios. Sin embargo, nunca se reveló que el astronauta Yuri Gagarin era miembro bautizado de la Iglesia Ortodoxa Rusa y que nunca había comentado algo así. Todo era parte de la propaganda del sistema. No obstante, esto marcó un distanciamiento entre el régimen marxista y la religión, que eventualmente produjo un distanciamiento de las ciencias con la religión en los países satélites de la URSS.
Por otro lado, en Estados Unidos, en diciembre de 1968 se lanzó el Apolo 8 con tres tripulantes: James Lovell, William Anders y Frank Borman, con la misión de sobre pasar la órbita terrena para abrir el camino hacia los primeros viajes a la Luna. Al estar en órbita, el astronauta Frank Borman reflexionó: “Tuve la enorme sensación de que tenía que haber un poder más grande que cualquiera de nosotros: que realmente había un Dios”, y citó las palabras escritas en el Génesis 1:1, “En el principio creó Dios los cielos y la tierra…”, lo cual fue uno de los acercamientos más estrechos que se vieron entre las ciencias y la religión durante el Siglo XX.
Esto terminó de definir la política comunista de un “Dios que no es necesario, menos en la Ciencia”, y por otro lado, en el Hemisferio Occidental, una relación de convivencia de Dios y la ciencia que es la forma en que se mantuvo por el último medio siglo XX, en donde se han permitido las expresiones y críticas que las religiones judías y cristianas han hecho a las ciencias en general y a la medicina en particular y viceversa.
En medio de la crisis sanitaria desencadenada por la pandemia de COVID-19 y otros eventos adversos que actualmente golpean nuestro mundo es común ver tanto pequeñas como grandes muestras de religiosidad, en que las personas pertenecientes al mundo laico como al de las ciencias médicas se acercan a lo religioso, muchas veces en busca de tranquilidad y paz espiritual, en ocasiones solicitando protección divina o bien para elevar una plegaria de intercesión por su familia o compañeros de trabajo. En muchos hospitales de cualquier parte del mundo no faltan las oraciones grupales diarias antes de comenzar la jornada laboral. Eventos que antes se realizaban en la privacidad del hogar, hoy se realizan cada vez con más frecuencia en lugares públicos.
Hemos comprendido que algunas personas que no están cerca de la fe recuperan la salud y así reafirman su fe en la ciencia. Sin embargo, es tanto más importante el creer también en la Ciencia de la Fe como mecanismo para complementar la salud física y nutrir la salud espiritual, tanto en el día a día, como en los momentos de crisis.
Ahora en este tiempo de crisis en que vemos cada día mayor interacción entre las ciencias y la religión, no podemos menos que darle la razón al Papa San Juan Pablo II cuando en 1988 comentaba:
“La Iglesia y la comunidad científica interactuarán inevitablemente; sus opciones no incluyen el aislamiento… La Ciencia puede purificar a la Religión del error y la superstición; la Religión puede purificar a la Ciencia de la idolatría y los falsos valores… Nos necesitamos mutuamente para convertirnos en lo que debemos ser, un mundo en el cual ambas puedan florecer”.

Doctor en Medicina y Teología.