Un tema muy grave pero que no se comenta

A los católicos nos piden que oremos siempre a Nuestra Señora de Fátima por la intención de que el islam no dañe nuestra fe sino, por el contrario, se incorpore a ella, reconociendo a Dios Verdadero y a Su Hijo Jesús.

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Imagen de referencia. Foto: pixabay.com/ThorstenF

Por María Alicia de López Andreu

2021-10-01 7:11:52

Hay infinidad de graves señalamientos que hacer al Confeso Dictador. Sin embargo, me abstendré de hacerlas porque deseo compartir mi preocupación sobre un tema que no se comenta: el de la infiltración del islam en nuestra tierra, que ha sido - y sigue siendo- primordialmente cristiana.
Respeto la libertad de culto, protegida por nuestra Constitución. No comprendo cómo alguien con raíces occidentales puede entregarse a creencias tan diferentes como las que infunde el islam, pero eso incumbe a cada quien. Sí preocupa el auge que el islam está adquiriendo en nuestro país, con un enorme apoyo financiero, que no sabemos de dónde procede. Eso sí nos incumbe a todos, especialmente ahora que la obtusa “ley del bitcoin” nos ofrece en bandeja para que ingresen fondos de mala procedencia, fondos que, por su misma naturaleza, impiden su trazabilidad e identificación.
Pero, aparte de señalarlo, ¿qué hacer? Los católicos podemos hacer mucho, especialmente durante este mes, dado que el 13 de octubre se conmemora la última aparición de la Virgen de Fátima a los pastorcitos Lucía, Jacinta y Francisco. Así lo reconoció, desde 1952, el Venerable Fulton J. Sheen (https://www.produccion-animal.com.ar/temas_varios/temas_varios/46-Maria_y_Los_Musulmanes.pdf.)
¿La razón?
El Corán contiene muchos pasajes concernientes a María Santísima. Ejemplos: reconoce su Inmaculada Concepción y su parto virginal. En el tercer capítulo describe la genealogía de María remontándose a Abraham, Noé y Adán. Describe la avanzada edad y esterilidad de la madre de María (Ana) y, cuando finalmente concibe, Ana proclama, según el Corán: “Oh Señor, te ofrezco y consagro a ti lo que ya está en mí. Acéptalo de mí”. Y al nacer María, su madre exclama: “¡Y yo te la consagro con toda su descendencia bajo tu protección, ¡Oh, Dios, ¡contra Satanás!”. El Corán también contiene versos sobre la Anunciación, la Visitación y el Nacimiento, además de pinturas de Ángeles acompañando a María y diciendo: “Oh María, Dios te escogió y purificó, y te eligió sobre todas las mujeres de la tierra”. Y en el decimonoveno capítulo, existen 41 versos sobre Jesús y María.
María es para los musulmanes la Sayyida o Señora. Solamente puede rivalizar con Ella Fátima az-Zahra (en árabe, “la luminosa”) hija de Mahoma y de su primera esposa, Jadiya, y transmisora de la sucesión consanguínea de éste. Cuando Fátima muere, Mahoma escribió: “Tú serás la más bendita entre todas las mujeres del paraíso, después de María”.
En el siglo XII, mientras ejércitos cristianos luchaban por tomar ciudades de España y Portugal ocupadas por musulmanes, Gonzalo Hermigues y sus compañeros capturaron a Fátima, una princesa musulmana. Gonzalo y Fátima se enamoraron y casaron (ella tomó el nombre cristiano de Oureana) y, en honor a esta princesa, hay ciudades portuguesas que reciben tanto el nombre de Fátima como de Ourém.
En 1917, cerca del pueblito de Fátima, en Portugal, Nuestra Señora se aparece a los tres pastorcitos, estableciendo un vínculo muy importante entre la Madre de Jesús y la hija de Mahoma. Por eso, a los católicos nos piden que oremos siempre a Nuestra Señora de Fátima por la intención de que el islam no dañe nuestra fe sino, por el contrario, se incorpore a ella, reconociendo a Dios Verdadero y a Su Hijo Jesús.
Oremos para que Nuestra Madre Santísima nos conserve –a cada uno y a nuestra nación- fieles a nuestra fe.

Empresaria.