Pandemia y salud mental

Hay un deseo universal y es “volver a la normalidad”. Pero esta vuelta a la normalidad será un camino largo y complicado, y la salud mental será uno de los factores que tendrá mucho que ver en el tiempo que esto tome y en la efectividad de las acciones

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Por José María Sifontes

2020-05-29 8:25:26

Si preguntáramos a cualquiera cuál es la pandemia que está afectando al mayor número de personas actualmente en el planeta la respuesta sería inmediata: el COVID-19. Aunque la respuesta es en cierto sentido correcta, no es la más exacta, porque en realidad existen dos pandemias que están impactando con gran severidad a la población mundial, la producida por el coronavirus y los trastornos depresivos y ansiosos. El efecto sobre la salud mental de la situación que estamos atravesando alcanza a una enorme cantidad de personas, incluso en mayor proporción de los que se ven directamente afectados por la infección. Muy pocos podrían decir que el COVID-19 y sus repercusiones personales y sociales no han alterado su salud emocional. El miedo a enfermarse o morir, de perder a un ser querido, los problemas financieros, la pérdida de trabajos, el confinamiento, son todos factores de estrés que desestabilizan el equilibrio mental. Las consecuencias que está provocando esta pandemia, al ser de múltiples formas, incide en casi todos.
En el actual estado de cosas las alteraciones en la salud mental más prevalentes son, como se dijo, la depresión y los trastornos de ansiedad. El trastorno por estrés postraumático, el abuso de alcohol y fenómenos como la violencia intrafamiliar se incrementan. Otras enfermedades mentales, aunque no se hayan desarrollado a raíz de la pandemia, también pueden verse agravadas o complicadas.
Revisando la Historia nos damos cuenta que las pandemias, desde la Peste, la llamada Gripe Española, el H1N1, han provocado consecuencias graves en la salud mental, tanto mientras se mantienen como en periodos posteriores. Se ha advertido que después de una situación epidémica infecciosa se presenta una de alteraciones mentales. Por alguna razón las infecciones respiratorias virales, como la influenza, son las que tienen mayor impacto en este sentido. Es posible, según expertos, que esto sea independiente de los efectos psicosociales y que los virus respiratorios produzcan alteraciones directas en algunas zonas cerebrales específicas.
Hay un deseo universal y es “volver a la normalidad”. Pero esta vuelta a la normalidad será un camino largo y complicado, y la salud mental será uno de los factores que tendrá mucho que ver en el tiempo que esto tome y en la efectividad de las acciones. Por ello es necesario poner atención a este factor, desde ahora y por un buen tiempo.
Lo primero son los números, datos epidemiológicos que nos orienten en cuanto a la dimensión de los problemas, de los casos de alteraciones mentales que ya existan o que vayan apareciendo. La descripción precisa de estos problemas es muy importante pues define el manejo. La formación de equipos de intervención especializados con las herramientas y los recursos necesarios es crucial. La identificación de grupos vulnerables como los que han atravesado la enfermedad, los que tienen condiciones mentales y emocionales previas, los que han experimentado cambios importantes en su vida (separación familiar, pérdidas significativas, aislamiento) es otra medida urgente. Es importante, asimismo, que el trabajo se haga de manera coordinada para evitar el desperdicio de esfuerzos, y aprovechar las recomendaciones de expertos y la experiencia internacional.
Las gremiales médicas y de otras profesiones afines son de inestimable valor para enfrentar la situación y contribuir de forma significativa. La Asociación Salvadoreña de Psiquiatría tiene varias semanas de trabajar en presentaciones de psicoeducación que pueden encontrarse en las redes sociales. Grupos de especialistas institucionales también están desarrollando diferentes formas de ayuda.

Médico Psiquiatra.