¿Así o más claro? Tracemos la raya

No hay términos medios. El desempleo, los salarios de los cesados por la crisis, la recuperación de la economía van a caer sobre los empresarios y los van a exhibir por los medios, especialmente por Twitter y las nocheras conferencias de prensa

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Por Mauricio Ernesto Vargas

2020-04-11 6:44:09

Hola a todos los que quieran escuchar la voz de un ciudadano que desea ver un país mejor, no el deterioro que día a día estoy viendo, que no quiere regresar a ese pasado que no pasa. Se está jugando como nunca a partir de 1992 el futuro y el destino de nuestro país y este riesgo se habla en privado y se esconde en público.
La polarización actual nos lleva a la exageración desbocada de la subjetividad. Ante la crisis del COVID-19, visualizo el calvario que nos tocará recorrer. En su momento escuché: “No es fácil gobernar”. Señor, nunca lo ha sido y sobre todo si alguien no tiene experiencia en manejo de crisis y creación de trabajo en equipos, evitando improvisaciones y logrando eficiencia
El COVID-19 ataca la salud de las personas, no al Estado de Derecho y las garantías que tenemos las personas, las medidas son para contener la pandemia.
Si no ponemos claridad en esto, en algunas semanas el golpe será mayor y la culpa, como ha sido hasta ahora, será dirigida a los mismos de siempre.
Lo que ha desnudado la crisis del COVID-19 —y deseo que me escuchen— es la escasa capacidad de la sociedad de hacer frente a situaciones drásticas, la ineptitud y la mediocridad, la autocomplacencia y el histórico complejo típicamente salvadoreño de tener miedo a quedar mal con alguien.
Es un miedo a enfrentar, a marcar linderos y poner criterios claros, a trazar la raya, pero más que toda una extraordinaria imprecisión, falta rigor y escrupulosidad.
Hay un excesivo interés por causar buena impresión, buscar reconocimientos, tomando para ello lo fácil y el hacer sentir cómodos a todo el mundo, renunciando al rigor. Hoy es el momento, después no habrá marcha atrás. Ya nos enseñaron los dientes aunque muchos no los queramos ver. No hay términos medios, el desempleo, los salarios de los cesados por la crisis, la recuperación de la economía va a caer sobre los empresarios y los van a exhibir por los medios, especialmente por Twitter y las nocheras conferencias de prensa —en México son mañaneras—, como lo vimos últimamente con los bancos
Estos últimos días hemos oído, leído y sentido una convocatoria al odio de clases que jamás haya oído de un presidente y su arma preferida el escarnio público aprovechando la fatalidad para sacralizar la revancha a “los ricos”. A usted se le dio una responsabilidad llamada El Salvador, es decir, todos. Estos que usted llama ricos no son fantoches, ni conservadores ni sabelotodos. Solo hay un nombre, Salvadoreño. Está costando ver el riesgo y peligro, somos cortoplacistas prefiriendo improvisar, tenemos miedo a tener miedo, defendemos ideales pero somos narcisistas y orgullosos.
Estoy claro que esto hay que pararlo. No podemos seguir con la atención de aquello que nos distrae de las cosas esenciales, ni podemos permitir que se criminalice a quienes no pensamos como él; que se continúe con un discurso clasista o ponernos a reír de forma irónica en lugar de tomar las cosas en serio. Estamos regresando a niveles tal que la mano izquierda ya no tolera a la derecha, sin advertir que ambas son manos del mismo cuerpo. La pandemia no se elimina con odio ni con miedo. Basta ya de andar en puntillas para no hacer sentir mal a otros. Esto es obsoleto, es nuestro peor enemigo. No creo probable que el presidente reconozca que se excedió y que rompió las reglas y que flamea soluciones milagrosas. Es hora de darnos cuenta que debemos actuar de manera diferente como entidad colectiva, despertemos, no le vendamos más soga al que sin medir consecuencias nos va a ahorcar con ella misma. Hay un desapego a lo que son las reglas y caemos en lo fácil renunciando a ser reconocidos como verdaderos ciudadanos y nos convertimos en devotos.

General retirado y diputado.