No me llames héroe

Es un momento duro para el personal de salud. No me atrevería a juzgar a los que hayan renunciado a sus trabajos, para evitar cualquier riesgo de contagio.

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Foto Por EDH / AFP

Por Víctor Segura

2020-04-08 5:20:05

Israel enfrentaría a los madianitas. Dios dio la orden a Gedeón que dijese al pueblo que aquellos que tuviesen temor y estremecimiento se devolvieran y evitaran ir a la guerra. Luego de esta orden se devolvieron veintidós mil y tan solo diez mil se quedaron para la batalla.

No es malo el tener miedo y no es malo el que tiene miedo, solo es un ser humano. Con el aparecimiento de la pandemia del COVID 19 hemos podido palpar los estragos que deja a su paso.

Si bien el 80% de la población sufrirá solo síntomas leves, nadie quiere estar en el 20% de los que desarrollaran neumonía y mucho menos en el 5% que terminará internado en una terapia intensiva, adonde la mortalidad podrá oscilar entre el 20 al 50% , dependiendo del caso. Por tanto, es entendible el temor del personal de salud, que a gritos pide los equipos personales de protección (EPP). Detrás de cada vestimenta blanca hay que recordar que existe una familia y un cúmulo de planes futuros, que ahora se ponen en juego sobre la mesa, apostándolo todo en una tirada de ruleta rusa. No parece haber existido evidencia, hasta el momento, de una pronta y ágil respuesta administrativa, ante la solicitud de equipos de protección, para reducir los riesgos de infección ante un virus que tiene una tasa elevada de contagio (3 contagiados por cada infectado).

De ahí, el temor del personal de salud.

El pasado 27 de marzo, se reportaron en España, cerca de 9,444 casos de infección por coronavirus dentro del personal de salud. Lo alarmante de la cifra era que 4 días antes solo se contabilizan 3475 infectados. Es decir que, en menos de una semana, la cifra de contagiados creció un 75% dentro del personal sanitario. Los datos anteriores se resumen con que el personal de salud representaba el 15% de todos los casos de infección por coronavirus en España, para finales de marzo. La tasa de infección en el personal de salud tendrá que ser elevada si no se cuenta con la protección adecuada.

Como ejemplo, una mascarilla quirúrgica filtra 25 de cada 100 partículas tipo aerosol al momento de la exposición. ¿Qué sucedería si ingresamos a 10 pacientes en una misma sala? Si la cantidad de aerosol filtrado supera la capacidad de la máscara, aun teniéndola colocada, se puede estar expuesto. Por otra parte, requerirá de un cambio frecuente para mantener el nivel de protección.

De ahí de la necesidad de contar con una máscara N95, que solo permite el paso de una partícula por cada 100, a las que somos expuestos en un momento dado.

Soldados sin fusiles ni chalecos antibalas. Creo que el gobierno actual ha manejado bien algunos aspectos estratégicos de la pandemia, pero ha demostrado lentitud en los pequeños detalles que aseguran el éxito de las acciones. Si no, veamos los problemas surgidos, estas semanas, con las personas que se encuentran internadas en los centros de cuarentena.

Es un momento duro para el personal de salud. No me atrevería a juzgar a los que hayan renunciado a sus trabajos, para evitar cualquier riesgo de contagio. Si bien felicito a los que abnegadamente han tomado la decisión de servir a sus semejantes, creo que las administraciones de salud de los centros asignados, como el hospital Amatepec, están en la obligación de dar una pronta respuesta a las peticiones de contar con la protección debida.

Finalmente debemos recordar que seguimos estirando la paciencia de los trabajadores de la salud.

Sueldos que no crecen, responsabilidades que incrementan y ahora exigimos un sacrificio, el cual probablemente será recompensado únicamente con un aplauso. Por tanto, no me llames héroe si con ello te has de excusar de no haberme servido con responsabilidad, en el momento que me solicitaste un sacrificio personal.

Gedeón llevó al pueblo a beber agua. Dios le dijo: “Cualquiera que se doblare de rodillas para beber” será descartado para ir a la batalla con Madián. Aquel día, de los diez mil israelitas que se quedaron, tan solo trescientos pasaron la prueba y fue aquel número suficiente para derrotar al enemigo. Por tanto, si Dios ha puesto en tu corazón un guerrero, que no te amedrente la sombra del mal, ni la burla de los cobardes.

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