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El otro tipo de contaminación

La contaminación acústica es referida como el sonido excesivo y molesto. Investigaciones relacionadas han determinado su efecto nocivo para la salud. El daño del sonido excesivo puede ser directo en las estructuras auditivas, causando diferentes grados de sordera y tinnitus (sonidos persistentes y molestos en ausencia de una fuente sonora), ambos de difícil tratamiento.

Por José María Sifontes
Médico siquiatra

Para los que tenemos el privilegio de gozar de una temporada de vacaciones es una excelente oportunidad de apreciar en todo su valor estos períodos de calma y tranquilidad. Al menos en la ciudad disminuyen los congestionamientos de tráfico, hay más quietud en el ambiente, menos ruido. Con el solo hecho de que haya menos ruido la carga de estrés disminuye significativamente. Y es que la contaminación por ruido se ha convertido en un factor altamente nocivo para la salud general y para la salud mental.


El ruido provocado por el tráfico vehicular y las bocinas de los automóviles, las construcciones y la música estridente afecta el equilibrio físico y mental para humanos y animales. Concentrémonos por el momento en los humanos. El sonido tiene dos componentes básicos, la amplitud o volumen y el tono. El volumen se mide en decibeles (dB). El oído humano puede captar amplitudes que van desde 0 a 140 dB. Sonidos que están por debajo de 70 decibeles no producen molestia y los que pasan de 120 dB llegan a provocar dolor en los oídos (umbral de dolor). La Organización Mundial de la Salud considera los 70 decibeles como el máximo valor deseable y valores más altos como perjudiciales. Debe tomarse en cuenta asimismo el tiempo en el que las personas están sometidas a los sonidos o ruidos.


La contaminación acústica es referida como el sonido excesivo y molesto. Investigaciones relacionadas han determinado su efecto nocivo para la salud. El daño del sonido excesivo puede ser directo en las estructuras auditivas, causando diferentes grados de sordera y tinnitus (sonidos persistentes y molestos en ausencia de una fuente sonora), ambos de difícil tratamiento. La exposición al ruido persistente o brusco eleva la presión arterial y el pulso, dando lugar a la enfermedades cardiovasculares y sistémicas. Puede ocasionar elevación del nivel de azúcar en la sangre y otros trastornos metabólicos. Afecta la calidad del sueño y la capacidad de concentración. Altos niveles de sonido causa graves problemas especialmente en niños a quienes afecta su aprendizaje y habilidades de comunicación.


El estar expuesto a contaminación acústica produce estrés y puede desencadenar trastornos de ansiedad. También induce a conducta agresiva, lo cual puede comprobar fácilmente el lector al recordar sus reacciones cuando alguien le pita insistentemente mientras espera la luz verde del semáforo. En un interesante estudio francés se determinó que el alto volumen de la música en lugares de reunión y esparcimiento inducía a mayor consumo de alcohol.

Algunos tipos de contaminación acústica son inevitables, pero hay otros que pueden ser prevenidos o controlados. En no pocas ocasiones he visto personas con cuadros clínicos de ansiedad o depresión cuya fuente de estrés son los vecinos y sus aparatos de sonido a todo volumen. Los casos son típicos. A primera hora de la mañana, quizá antes de desayunar o bañarse, estos vecinos encienden sus equipos de sonido y ponen música estridente. Por lo general su gusto musical es muy debatible y sus equipos ruidosos. Y la música no para durante todo el día. Si se les reclama ponen argumentos tan absurdos como que el equipo es de ellos y tienen derecho a ponerlo como quieran. Esta falta de sensibilidad por los demás revela una conducta sociopática que frecuentemente incluye a todos los habitantes de la casa. Ya que muy difícilmente estas personas se darán cuenta de su abuso, son las autoridades las que deben intervenir.


Médico Psiquiatra

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