Ciencia fallida

Resulta claro que nos equivocamos en la vida porque aplicamos “ciencia fallida”, pero ¿por qué? Pues por que muchas veces la verdad es demasiado dolorosa y enfrentarnos a la verdad desnuda, haría que personas se cuestionen el sentido de su propia vida.

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La imprudencia de los motociclistas también ha contribuido a que se eleven las muertes de este tipo de conductores. FOTO EDH/ARCHIVO.

Por Max Mojica

2019-12-05 6:27:18

Alguna vez se han preguntado ¿por qué nos equivocamos tanto? La respuesta pueda ser que aplicamos “ciencia fallida” dentro del proceso de toma decisiones, o bien, para justificar las que ya tomamos.
La ciencia, para que sea considerada como tal, debe utilizar observaciones y experimentos sistemáticos, preferiblemente mesurables; pero, sobre todo, debe seguir “procesos de análisis objetivos”, lo cual implica que el analista debe considerar todo tipo de evidencia, convenga o no a su criterio personal. Pero aun cuando la ciencia observa datos puros y duros, la recolección de éstos puede verse afectada por la subjetividad de quien los está recolectando. Esto proceso se llama “sesgo del analista”, ya que es él quien decide qué datos incorpora al análisis y cuales opta por desechar o por no tener en cuenta.
¿Por qué es importante lo anterior? Porque los datos que incorporamos al análisis constituyen la base de las conclusiones a las que llegaremos después y, por ende, constituirán la razón en base a la cual decidiremos ejecutar nuestras acciones futuras o justificar las decisiones que ya tomamos.
El problema es que las personas rara vez son objetivas cuando analizan los datos a los que tienen acceso para la toma de decisiones; lo anterior ocurre debido a que todo ser humano cuenta con una base de creencias y deseos preestablecidos; por ello, cuando analizan datos, optan por preferir aquellos que anticipadamente “confirman” lo que ya creen o validan lo que desean; por lo tanto, utilizan un proceso psicológico de “defensa” al desechar o no tomar en cuenta cualquier otra información o evidencia que vaya en contra de sus íntimas convicciones.
A este proceso se le llama “ciencia fallida”, ya que el proceso científico se ha visto alterado por el sesgo aplicado por el analista, quien de forma subjetiva escogió utilizar la evidencia que conviene a sus intereses y creencias; lo cual provoca que esa persona, en vez de corregir rumbo en base a la evidencia a la que ha tenido acceso, acaba cada vez más “convencido” de lo que cree, “protegiéndose a sí mismo” al evitar abrirse a otros puntos de vista que puedan cuestionar sus convicciones o estructura preestablecida de valores y deseos.
La ciencia fallida no solo afecta al proceso científico, sino que se exponen a ella todo tipo de personas, desde los filósofos, miembros de iglesias y otro tipo de sectas religiosas o místicas, creyentes en ideologías, miembros de partidos políticos y, en general, afecta cualquier persona que debe tomar decisiones en base a evidencia. Muchos de ellos optan por escoger las pruebas que más le “convienen” para validar lo que previamente creen, la ideología que defienden, la particular practica que ejecutan o la validez y conveniencia de lo que desean.
Resulta relevante hacer notar que el grado de “convencimiento” de una persona respecto a la fe que practica o respecto a la ideología que defiende, es directamente proporcional a la intensidad con que realiza las determinadas prácticas que prescribe el grupo social al que pertenecen, a la frecuencia e intensidad con la que se expone a las prédicas de quienes pertenecen a esa determinada corriente y a la frecuencia con que lee libros, mensajes y contenidos académicos que brinden razones o argumentos para fortalecer su forma de pensar.
No resulta extraño entonces que ese tipo de personas se fanatiza, creyendo a ciegas lo que le predican o enseñan, evitando leer o exponerse a analizar argumentos contrarios o diferentes a los de la fe que practica o ideas que defiende.
Para ellos es de vital importancia validar sus creencias y postulados, aplicando, consciente o inconscientemente, el “sesgo del analista”, escogiendo cuáles pruebas aplican al análisis de los hechos y cuáles no, lo que les permite continuar validando la teoría en que creen, aunque exista frente a ellos una monumental evidencia que prueba lo contrario.
Resulta claro que nos equivocamos en la vida porque aplicamos “ciencia fallida”, pero ¿por qué? Pues por que muchas veces la verdad es demasiado dolorosa y enfrentarnos a la verdad desnuda, haría que personas se cuestionen el sentido de su propia vida. Para algunos, sería demasiado doloroso someterse a ese tipo de proceso objetivo de reflexión, por lo que, mentirse a si mismos, constituye un bálsamo ante las decisiones que han tomado durante su vida.

Abogado, máster en Leyes. @MaxMojica