Centroamérica soberana ante la Globalización

Enfatizar lo que los centroamericanos están haciendo para ayudarse a si mismos le permite a los centroamericanos pedirle ayuda a los Estados Unidos en el contexto de una oferta de colaboración en enfrentar una serie de desafíos que a ambos nos amenaza la seguridad nacional y la paz social.

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Foto/ Shutterstock

Por Matthew Rooney

2019-11-19 5:50:32

Centroamérica representa un conjunto de países con economías pequeñas y un PIB por cápita relativamente bajo. Por ello, es normal y entendible que busque la cercanía de países más grandes, tradicionalmente en primer lugar los Estados Unidos. Desde el punto de vista de un observador norteamericano, esta dinámica puede crear la impresión de que los centroamericanos no están haciendo todo lo posible para resolver sus propios problemas.

Por cierto, Centroamérica enfrenta desafíos fuera de su control: el narcotráfico, la vinculación internacional de las pandillas, el precio de la energía, los flujos transfronterizos de capital, la demanda por sus productos de exportación, armas ilegales y tantos más. En este contexto, puede parecer que no hay otro remedio que pedir ayuda.

Sin embargo, en el diálogo con cualquier socio serio – es decir, un socio comprometido no solamente con su propio interés estratégico sino también con el bienestar de los mismos centroamericanos – hay que manejar una agenda de socio a socio, cada uno haciendo su parte del trabajo compartido.

¿Qué puede ofrecer la pequeña Centroamérica al grande Estados Unidos?
Afortunadamente para Centroamérica, existe una agenda de acciones que, manejando su autoridad como estados soberanos, puede realizar para posicionarse como socio a igualdad con Estados Unidos.

En primer lugar, hay que enfatizar la lucha contra la corrupción y su compañero la informalidad.
La corrupción representa un desafío mayor a la cooperación con Estados Unidos. Es más, la corrupción socava la confianza del contribuyente y del inversionista. La corrupción es el más regresivo de los impuestos, impulsando la pobreza y bloqueando el desarrollo.

La otra cara de la corrupción es la informalidad. Desde un punto de vista puramente económico, la informalidad representa la brecha entre la productividad de la mano de obra y el salario mínimo formal. Desde un punto de vista más bien social o político, la informalidad de la empresa representa un intento de bajar costos —es decir, incrementar la renta del dueño— esquivando regulaciones e impuestos.

En este sentido, la informalidad le quita al trabajador los ahorros indispensables para enfrentar la vejez y la enfermedad. El resultado es un círculo vicioso porque los trabajadores no tienen incentivos para invertir en su formación, lo que le permitiría entrar al sector formal. De la misma manera, la empresa informal no tiene incentivos para formalizarse, lo que frena el crecimiento de la economía y la prosperidad del país.

La segunda tarea de los pequeños países de Centroamérica en su relación con Estados Unidos es posicionarse como un bloque más grande.

Desde la disolución de la República Federativa de América Central en 1838, el Istmo busca la unificación. Anclado en las constituciones nacionales, este compromiso con la unificación —a definir a lo largo del tiempo, siempre respetando la soberanía, así como las particularidades de las naciones— le permite a Centroamérica posicionarse más atractiva a los inversionistas en sectores claves para la cuarta revolución industrial. Además, le posiciona a Centroamérica como una población y un socio comercial que los Estados Unidos no puede ignorar.

En tercer lugar, hay que comprometerse de manera permanente con las reformas para fomentar el crecimiento e impulsar la prosperidad.

La lista de tareas puede desanimar. Infraestructura energética, de transporte, y digital. Educación y formación. Desarrollo territorial e integración de las zonas rurales. Competitividad de la industria exportadora. Modernización permanente del marco jurídico y reglamentario, entre otros.

Por su parte, el Instituto George W. Bush, un centro de investigaciones ubicado en Dallas, Texas, ha conformado una red de líderes de pensamiento de diferentes sectores profesionales, puntos de vista políticos, generaciones y géneros, para analizar este tema. Consultando con este grupo, identificamos la digitalización como una oportunidad a no perderse.

Puede parecer de envergadura estrecha, pero una digitalización consecuente, pasando por un uso más amplio de servicios móviles, puede no solamente incrementar el crecimiento económico y la competitividad industrial, sino también frenar la corrupción y disminuir la informalidad – en mismo tiempo que fortalezca la integración económica regional. Por eso estamos trabajando con nuestra red para dibujar una estrategia regional de digitalización y, más adelante, empujar su implementación.

Además de fortalecer el crecimiento, promover la prosperidad, y luchar contra la corrupción, este tipo de compromiso crea una base de acercamiento con los Estados Unidos como socio igual y soberano enfrentando un desafío compartido. Enfatizar lo que los centroamericanos están haciendo para ayudarse a si mismos le permite a los centroamericanos pedirle ayuda a los Estados Unidos en el contexto de una oferta de colaboración en enfrentar una serie de desafíos que a ambos nos amenaza la seguridad nacional y la paz social.

Por supuesto, los profesionales de la diplomacia centroamericana en Estados Unidos entienden perfectamente eso, como lo entienden también los profesionales de la diplomacia estadounidense. Pero líderes políticos norteamericanos suelen llegar a Washington sin haber comprendido en su justa dimensión la realidad centroamericana —en parte porque el pueblo en Estados Unidos ve solamente la amenaza a sus comunidades de los pandilleros. Por lo tanto, hay una tarea pendiente de educación permanente— la seguridad, la prosperidad y la paz en Centroamérica dependen de su éxito.

Director Gerente, Iniciativa de Crecimiento Económico del Instituto Bush-SMU

Instituto George W. Bush