Lo que se ha visto (hasta hoy) por parte del flamante presidente de los Estados Unidos podría clasificarse como histrionismo, amenazas y “nonsenses” (disparates).
Qué asunto entra en cuál categoría, es discutible. Sin embargo, sus capacidades histriónicas podrían muy bien identificarse en la promesa de convertir a Canadá en el Estado 51 de los EEUU…
El tema de las amenazas es más serio, y las principales podrían ser la voluntad expresa de comprar Groenlandia, hacerse con el Canal de Panamá y militarizar la frontera sur.
En el rubro de las tonterías, o cosas de menor importancia, se podría colocar el empeño en cambiar el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América, un disparate que no lo es tanto cuando uno ve que una acción típica de los megalómanos es la de cambiarle el nombre a los accidentes geográficos, las carreteras, los aeropuertos, las represas eléctricas… ya que piensan que bautizándolas se convierten en dueños de aquello que han nominado.
Lo del Canal es un poco más serio. Esa vía de agua de 85 kilómetros de longitud que ahorra a quienes lo atraviesan unos 13,000 kilómetros de navegación, y que es vital para la comunicación entre las costas de los Estados Unidos, tanto para la navegación comercial como para el desplazamiento de su flota de guerra, está desde hace unas semanas en lo que podríamos llamar el ojo del huracán.
Trump ha repetido una y otra vez que tiene toda la intención de recuperar el dominio norteamericano sobre el Canal, que a principios de este siglo fue cedido por medio del tratado Torrijos-Carter a los panameños. La gallina de los huevos de oro de Panamá está pues en la mira de míster Trump.
Al principio de todo este feo asunto (que muchas personas tomaron como una simple fanfarronería), Trump empezó a apoyarse en lo que llamó “desorbitadas tasas” que se cobraban a los barcos de Estados Unidos por utilizar el Canal. Sin embargo, como una cosa es lo que él diga y otra la realidad… el discurso fue variando. Hoy día lo que “le molesta” es la presencia de la República Popular China en el canal.
Una presencia, todo hay que decirlo, que no consiste en la permanencia de tropas de la RPC en territorio panameño, ni mucho menos; sino, sencillamente, en que dos de los cinco puertos asociados con el Canal, están administrados por una compañía de logística con su sede central en Hong Kong que, por cierto, regenta cincuenta y dos puertos más alrededor del mundo.
Y esto -depende como se vea- puede o no, representar una amenaza a la neutralidad del Canal pues, si uno es consciente de que en China no hay en puridad empresa privada… entonces es el gobierno comunista el que regente esos puertos y en la simple visión de Trump opera el Canal ¿¡!? Pero… si uno piensa que son empresarios privados (chinos, eso sí) los que tienen la gobernanza de los puertos, China como nación no tendría nada que ver con el asunto. Es decir, ni controla, ni opera el flujo marítimo en el istmo.
Claramente a Trump le conviene alegar que los chinos operan el canal, mientras que a los panameños les viene mejor el discurso de que la presencia de empresarios chinos es, simplemente, una operación comercial.
No hay que olvidar que Trump es un experto en presentar sus intereses de manera hiperbólica e incluso retorcida, hasta hacerlos parecer verdaderos. De un modo tal que nada sirve presentar en contra datos y cifras, argumentos histórico-políticos, razones… Lo suyo es una mezcla de fanfarronería y eficacia que hace que cuando tiene un micrófono enfrente diga cosas a todas luces falsas, pero que en sus labios cobran un brillo de realidad que encandila a los incautos, entusiasma a los adeptos y enfurece a los no partidarios.
Ingeniero/@carlosmayorare