Nociva retórica política en la pre-campaña electoral

Esto es demasiado evidente en la retórica de todos los “celestes”. En general, casi todos sus argumentos se basan es descalificar al adversario y evadir siempre argumentar las ideas o preguntas. Realmente, su retórica es pura demagogia, hasta el punto en que invaden todos los espacios de diálogo con esbirros que siguen el mismo discurso.

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Agentes de la UMO al interior de la Asamblea el 9F. Foto Archivo

Por Juan José Fortín Magaña

2020-11-20 8:07:10

Los ciudadanos esperaríamos ver un debate de ideas con altura y rigor de todos nuestros políticos, uno en el cual cada candidato promueva un diálogo donde la verdad y la razón salgan ganando.
Pero no, lastimosamente, tenemos falacias tras falacias y discusiones infantiles entre personas que les queda grande la democracia.
Esto es demasiado evidente en la retórica de todos los “celestes”. En general, casi todos sus argumentos se basan es descalificar al adversario y evadir siempre argumentar las ideas o preguntas. Realmente, su retórica es pura demagogia, hasta el punto en que invaden todos los espacios de diálogo con esbirros que siguen el mismo discurso.
La demagogia se hace más clara, sobre todo, porque los argumentos con los que descalifican la legitimidad de sus adversarios usualmente tienden a caer sobre ellos mismos. El cinismo es demasiado evidente. Hemos visto a políticos del nuevo gobierno criticar de corrupción a los partidos a los cuales ellos pertenecían y en lo tiempos en los que ellos formaban parte.
La mayoría de los “argumentos” que vemos son lo que se llama “ad hominem”. En lugar de debatir la idea que se esgrime, se debate a las personas que lanzan las ideas; en lugar de hablar sobre si tal política es buena o es mala, se debate si la persona que dijo cierta crítica o propuesta merece respeto o legitimidad para decir esa idea.
He llegado ver a candidatos a diputados evadir preguntas claras sobre su ideología o propuestas, basándose en el apellido de la persona o el medio de comunicación que les preguntó.
Sin embargo, resulta sorprendente que nuestra población también sea capaz de aplaudir a los políticos corruptos por antonomasia solo porque alimenta esa retórica polarizadora. Ellos van a seguir debatiendo como niños siempre y cuando su público apoye su conducta infantil y nociva.
Seguramente más de alguna vez has escuchado a dos niños discutir. Estos pleitos casi nunca se basan en quien es capaz de dar buenos argumentos o pensar en buenas ideas, sino sobre todo en quien logra decir el mejor insulto. Acá sale victorioso el que probó que tenía el juguete más grande y pierde el que salió abucheado por el público.
Es sencillo, la lógica nunca es la que reinará en las peleas de niños y nadie espera por ello; sin embargo, fuera obvio esperar que sí lo hiciera en la de personas adultas, sobre todo aquellas que entran voluntariamente a la esfera del debate público.
Es en este momento cuando se vuelve irónico encontrar discusiones de niños en personas adultas, y sobre todo se vuelve preocupante cuando encontramos que ese nivel argumentativo lo expresa gente que buscan representarnos en nuestro sistema democrático. Esto se hace todavía más notable ahora que estamos cercanos a las elecciones.

Lic. en Economía y Negocios, Master en Psicología y Comportamiento del Consumidor