Cada día volvemos a nacer

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Por Carlos Balaguer

2019-10-22 2:49:48

Isaac era un hombre extraño, como todos nosotros. Y, por igual, no quería que aquel viaje en ultramar llegara a su final. Aunque nuestro inevitable destino era la distante tierra de Utopía. Le recordé que no existía un final absoluto, ni para nosotros (la tripulación) ni para nada, incluyendo la travesía. Que sólo existían finales de ciclo.
“Cada día volvemos a nacer —le dije al oído— después que la muerte nos cierra los ojos la noche anterior. Despertamos al amanecer de nuevo a la vida; vivimos unas cuantas horas para luego quedar dormidos al atardecer. Es la divina parábola de la existencia. Igual es empezar un viaje y llegar a su final”. Nosotros, al igual que las galaxias y todo lo creado, éramos regidos por la ley física de la “entropía” que condena a todo desaparecer. Ésta se basa en la distribución equitativa de la energía en el Universo (baja y alta entropía). La destrucción
del Cosmos, según la teoría, consiste en la distribución equilibrada de la materia en el universo (alta entropía). Luego, cuando todo acaba, tan sólo es un final de “ciclo” entrópico en la Creación.
Después, al manifestarse la “baja entropía”, vuelve a amanecer la vida.
La fragata continuó su viaje, quizá sin porvenir. (V)