Búsqueda de nuevas formas para la justicia

La justicia constitucional ha adquirido un renovado protagonismo y se ha llegado a afirmar que el control de constitucionalidad se ha convertido en rasgo distintivo de los regímenes democráticos, al mismo nivel que la separación de poderes, la independencia judicial, la libertad de sufragio y el pluralismo.

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Según la FAO, los programas de alimentación escolar son una estrategia clave para garantizar el acceso a los alimentos de las poblaciones vulnerables. / Foto Por Marvin Rodríguez

Por René Hernández Valiente

2019-10-08 9:20:31

La actitud general del salvadoreño es esa y señalo los campos: protección de derechos y control de constitucionalidad.

El surgimiento del Estado Constitucional y, con él, el constitucionalismo es la respuesta a la necesidad social de limitar el poder estatal, crear la separación de poderes y asegurar la tutela y ejercicio de los derechos constitucionales.

La ley, entendida en su sentido amplio, no es suficiente; falta que lo orgánico, que está en el campo de la aplicación y ejecución del servicio público de la justicia, cobre vida en el camino de la seguridad, de la estabilidad y de la convivencia pacífica.

La ley por sí sola no tiene la dinámica del desarrollo humano. Este, exige voluntad ciudadana.

La ciudadanía comprometida con la satisfacción social debe dedicarle a las necesidades sociales no sólo una atención especial sino el esfuerzo y búsqueda de soluciones para lograr una paz en una normalidad plena.
La corrupción, la migración, el crimen organizado nos obligan a buscar nuevas formas de acción que superen las labores sociales que dificultan la sostenibilidad misma del sistema.

El sector público es servicio, pero sólo no podrá vencer los problemas que a diario golpean al ciudadano. El sector privado, desde la diferencia, debe sumar esfuerzos, sin auto-exclusiones. Esto hace que obligadamente, entendamos todos que el tema es de nación e institucionalidad. El reto lo tenemos enfrente.
El ciudadano soporta, pero llegó ya al límite de resistencia.

Los columnistas eventuales debemos seguir la ruta de la orientación ciudadana. Para eso algunos fuimos formados como Advocatus. Estamos comprometidos con los “altos destinos de la Patria”. Los abogados cumplimos una función esencial en la búsqueda del Derecho cuya aplicación está encomendada al elevado poder del Estado: el Órgano Judicial.

En nuestra tarea de construir un Estado de Derecho es imperativo combatir la arbitrariedad y el autoritarismo. Debemos fomentar el acatamiento a la institucionalidad democrática y el respeto a la Constitución.
Civismo y Constitución no son temas de aula solamente, son ideas fuerza que se viven, que tenemos que vivir TODOS, pues a todos nos afecta para bien o para mal, por estar inmersos en la realidad política que el Derecho Constitucional pretende someter a normas, con un sentido existencial.

El Derecho Constitucional y el Derecho en general están presentes en todas las situaciones de la vida social porque la naturaleza racional del hombre lo obliga a buscar siempre una solución acorde con esa naturaleza.

El clamor social crea una reacción judicial sanadora, especialmente en la Sala de lo Constitucional, quien nos invita, vía jurisprudencia, en forma constante, a hacer nuestros los principios y valores constitucionales que humanizan la convivencia social.

Hay crisis de valores porque, aunque la ignorancia podría haber sido atrevida, no tuvieron los gobiernos anteriores la capacidad de resolver los macro problemas, que no solo no disminuyeron, sino, por el contrario, adquirieron proporciones epidémicas que no pueden ser atacadas sólo con discursos.

Si la desconfianza fue ya motor de paz para finalizar el conflicto bélico, usémosla de nuevo si es necesario y desde las diferencias ideológicas construyamos el país que queremos.

Ridículamente, casi 30 años después aún estamos en conflicto, como receta fatal para el desarrollo.

Nuestra democracia ha sido traumática, por ello el salvadoreño merece un futuro mejor. ¿Qué esperamos?

La justicia constitucional ha adquirido un renovado protagonismo y se ha llegado a afirmar que el control de constitucionalidad se ha convertido en rasgo distintivo de los regímenes democráticos, al mismo nivel que la separación de poderes, la independencia judicial, la libertad de sufragio y el pluralismo.

La Constitución necesita de un intérprete último cuya interpretación sea vinculante, que no solo aclare las dudas que un texto con postulados abiertos presente, sino también de viabilizar a través de su interpretación el acomodo de las disposiciones constitucionales al devenir social que, según autores de Derecho Constitucional, siempre es dinámico.
Repensar los conceptos de Democracia y Constitución puede ser un primer paso para iniciar un proceso de construcción de un Estado Democrático de Derecho adecuado al mundo actual: digital y globalizado. Ese es el escenario en el que nos toca vivir.

Exmagistrado de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.