Atiquizaya, un diamante en bruto

Deseo enormemente que los atiquizayenses encuentren un Alejandro Coto que lidere la transformación de este municipio en un centro histórico patrimonial que genere turismo cultural interno y externo, como se logró con Suchitoto. Sería el turismo cultural, y no el café, lo que volvería a traer riqueza a esta antiquísima ciudad fundada por indios pokomanes de la etnia maya-quiché.

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Clarissa Ward, de 41 años, tiene una amplia trayectoria en cobertura de conflictos bélicos en Medio Oriente. Imagen de carácter ilustrativo y no comercial / https://twitter.com/clarissaward/status/1427232447897423875/photo/1

Por Mirella Schoenenberg Wollants

2021-08-19 7:39:47

Su centro histórico conserva la mayoría de inmuebles que fueron construidos en el siglo XIX.
Muchísimos de sus habitantes, pertenecientes a las familias más antiguas del lugar, conscientes la mayoría del valor de estas construcciones, hacen esfuerzos por darles mantenimiento, con recursos propios, hinchados sus pechos por el amor que sienten por esos testigos y moradas de vida, donde todavía sienten y visualizan a sus antepasados, cuando las habitaban y desarrollaban sus existencias.
La herencia patrimonial y cultural de aquellos que nacieron, crecieron, amaron, produjeron y lucharon para luego pasar los últimos años de sus vidas, dando consejos de cómo resolver las dificulta desgracias a la experiencia obtenida con el tiempo; contando las crónicas del pueblo a las nuevas generaciones, de tal manera que las venturas y aventuras de los habitantes de este municipio de Ahuachapán se han ido pasando, oralmente, de generación en generación, con el compromiso de retenerlas, cuidarlas y protegerlas para luego re transmitirlas, no se olviden nunca y aprendamos de ellas.
Sumado a esto, los atiquizayenses recuerdan mejores tiempos materiales en estas tierras, y los añoran, de cuando la producción agrícola era intensa, en especial, la del café, semilla que fue obtenida por dos campesinos de Ahuachapán en Jutiapa, Guatemala, entre 1779 y 1796.
Al entrar al casco urbano la respiración se corta como efecto de la impresión que causa la visión de las cúpulas de la Iglesia Inmaculada Concepción de María, nítidamente blanca, brillando con la ayuda del sol, sumamente cuidada por fuera al igual que en su interior donde se observa el esfuerzo de sus administradores por destacar la cronología del santuario con grabados de fechas y nombres de personajes históricos, alrededor de ventanas, sobre puertas y alrededor del altar. Sin olvidar el enorme cuadro de colores vivos que describe el purgatorio y su campanario al cual se accede por una escalera de caracol incrustada en pared de piedra.
Genera complacencia y esperanza la limpieza y ornato de las calles y portales, así como el hermoso y lleno de vegetación, Parque “5 de noviembre”, frente a la alcaldía y los dos portales coloniales que están todavía conservados en un 75% de su estructura.
La tierra de la lotería malcriada, del “Niño Chiquito”, del Salto de Malacatiupán, de los nuégados en rosca, de Amayo, la Princesa Agüijuyo, del Turicentro “El Jícaro” donde se cultiva pescado y camarón; está a pocos de minutos del hermoso municipio de San Lorenzo que colinda con el río del mismo nombre que separa a Cuscatlán de Guatemala. Atiquizaya también es la tierra que fue ocupada por los hombres del General Manuel José Arce, ya anciano, en 1844, en un último intento de reconquistar la silla presidencial que ocupaba Malespín, sin saber que el presidente Carrera de Guatemala lo traicionaría.
Deseo enormemente que los atiquizayenses encuentren un Alejandro Coto que lidere la transformación de este municipio en un centro histórico patrimonial que genere turismo cultural interno y externo, como se logró con Suchitoto. Sería el turismo cultural, y no el café, lo que volvería a traer riqueza a esta antiquísima ciudad fundada por indios pokomanes de la etnia maya-quiché.
Por supuesto que las nuevas autoridades municipales juegan un papel crucial en esta transformación, esto lo tienen bien claro los atiquizayenses. Ese municipio es un diamante en bruto fácil de pulir y de hacer brillar, pues son muchísimas las personas dispuestas a colaborar en el rescate y abrillantamiento del patrimonio histórico y cultural y generar esa actividad económica de la cual todos los pobladores y El Salvador entero se verían beneficiados. ¡Hasta la próxima!

Médica, Nutrióloga y Abogada
mirellawollants2014@gmail.com