Un espectáculo muy malo

Aunque Bukele se jacte de los altos niveles de popularidad que tiene, parece olvidar que se la ha ganado a base de populismo barato, repartiendo miles de paquetes de alimentos que no son un alivio permanente para la necesidad de tantos que entraron en situación de pobreza por la pérdida de empleos causada por la pandemia.

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Familiares lamentaron lo ocurrido e indicaron que todo pasó “muy rápido”. Las autoridades manifestaron que investigarán el caso para determinar responsabilidades. Foto: EDH / Gerardo Orellana

Por Teresa Guevara de López

2021-06-05 3:49:32

El informe anual que el Presidente de la República debe presentar ante la Asamblea Legislativa, en sesión solemne, distó mucho de ser lo que se espera de un informe de los logros, proyectos en marcha y los principales problemas que enfrenta el país en temas tan trascendentales como seguridad, salud, creciente deuda que son las causas de la mayor preocupación en la población.
Lo que vimos fue un show, para el que se preparó convenientemente el escenario, con extensa alfombra roja, gran tarima para los medios oficiales y varios factores que no están incluidos en el protocolo que corresponde a un mandato constitucional. No incluye la participación de la Primera Dama, que no desempeña ningún cargo oficial ni el romántico beso tipo Hollywood, y mucho menos que el Presidente del Poder Legislativo permita que el Presidente del Ejecutivo toque el gong y abra (no aperture, señor Castro) la Sesión Solemne. Una manera muy poco elegante de demostrar que quien manda en los tres poderes del Estado es Nayib Bukele.
En lugar de un informe formal, Bukele dio un discurso populista, más adecuado para un mitin político, para desacreditar a todos los que no comparten sus ideas. Con gran desprecio se refirió a los diputados de la oposición, “los que están en la esquina”, para luego hacer que la servil bancada celeste y sus funcionarios juraran nuevamente obedecer sus mandatos y aclamarlo con un aplauso rítmico, propio de estadios o gimnasios de colegios, y que debe de haber sido previamente ensayado.
El Presidente atacó a lo que él tildó de poderes fácticos, acusándolos de oponerse al desarrollo y que incluye oligarquía, ONGs, prensa independiente, gremiales y tanques de pensamiento, lo que debe de haber causado una muy mala impresión en los representantes diplomáticos de los países amigos y organismos internacionales, que ya habían sufrido el anterior desaire al poner en cadena nacional una reunión a la que fueron invitados con carácter privado.
No es difícil entender que luego de haber enumerado los cuatro puntos que él considera como sus más grandes logros al tener absoluto control de los tres poderes del Estado, aunque sean inconstitucionales la destitución de los magistrados de la Sala de lo Constitucional y del Fiscal General, así como los nombramientos ilegales de sus sucesores, se haya atrevido a anunciar que el quinto paso es destrozar a todas aquellas voces que se permiten advertirle del mal rumbo que lleva su gobierno.
Y aunque se jacte de los altos niveles de popularidad que tiene, parece olvidar que se la ha ganado a base de populismo barato, repartiendo miles de paquetes de alimentos que no son un alivio permanente para la necesidad de tantos que entraron en situación de pobreza por la pérdida de empleos causada por la pandemia. Este grupo social no entiende de separación de poderes, ni de abusos contra la Constitución, ni de la deuda externa que pronto será impagable, pero que serán los que primero sufrirán sus consecuencias. Ante este panorama, la inversión privada interna y externa en El Salvador se ve cada vez más lejana.
También Evita Perón, adorada por multitudes, a quienes quiso sacar de la pobreza, satanizó a los empresarios acusándolos de ser responsables de todos los males que sufría el país, y después de 7 años como Primera Dama y Guía Espiritual de la Nación Argentina, dejó en quiebra a uno de los países más ricos de Latinoamérica, capaz de proveer de trigo y carne a la empobrecida Europa. Se le recuerda en películas, canciones y videos, pero el peronismo, por ella enaltecido, sigue en el siglo XXI golpeando negativamente a la Argentina.
¿Pasará también a la historia Nayib Bukele, como el gobernante populista que quebró a su país, pero fue el presidente más cool, con el mayor y más caro sistema de publicidad de imagen?

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