Una galaxia no muy lejana

Solo espero que el 1 de mayo, cuando la nueva Asamblea Legislativa se instale, las palabras que usó la senadora Padmé Amidala antes de que la República desapareciera no se hagan realidad: <>.

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Airtag viene con un chip que se puede amarrar a objetos como llaves, bolsos y carteras para luego localizarlos en caso de que se pierdan. Foto: EFE

Por Andy Failer

2021-04-20 4:44:28

En una sesión extraordinaria y con bastos curules orquestando una ovación estrepitosa, oficialmente, la libertad de todos los habitantes cayó en el abismo de los espejismos y el autoritarismo. Desde el hemiciclo se gestaba un autogolpe de Estado disfrazado bajo una escueta pero eficaz idea: refundar la República.
Así es como se deshizo la República y el canciller supremo Sheev Palpatine erigió el primer Imperio Galáctico. Indiscutiblemente, antes de que Palpatine se hiciera con el poder absoluto, la República se caracterizó por la historia de sus gobiernos pasados, llenos de una corrupción interminable que bloqueaba el bienestar de todos los seres que habitaban la galaxia. Sin el lastre de los antecesores burócratas y sus malas gestiones de gobierno, los Sith no hubiesen sido capaces de ascender frente a todas las ambiciones de poder que les presentaba el lado oscuro de la fuerza. Era una realidad de facto, la misma República Galáctica, cargada de una muy alta ineficacia, trazó la ruta de su propia caída.
Las bases de este nuevo Imperio Galáctico se debían construir sobre una narrativa clara. Para ello era necesario crear en el imaginario colectivo un enemigo. Fue así como Palpatine hizo creer a todos los senadores de la galaxia que los Jedi representaban una amenaza para la seguridad del senado y de toda la sociedad. No habría gobernabilidad ni estabilidad mientras ellos existieran. Cualquier opositor que representara una amenaza o obstáculo para este nuevo Imperio era considerado traidor y por ende debía ser ejecutado por soldados clones de la Orden 66. Este tipo de conflictos, diseñados por el mismo Palpatine para adentrarse en su rol de víctima a conveniencia, le permitieron al Imperio instalarse ampliamente en toda la galaxia.
Palpatine ya más empoderado en su faceta de Darth Sidious, con tanto poder acumulado cuan emperador, había llegado bastante lejos, pero deseaba avanzar aún más. Para ello era necesario que se hiciera de algunos aprendices que le ayudarán en la conquista de sus nuevos objetivos. Es así como Darth Moul, el Conde Dooku o el mismo Darth Vader entran en escena. Atraídos por el lado oscuro, sirvieron a los intereses de Sidious, pero para él estos aprendices eran descartables, la sucesión no existía, mucho menos toleraría que alguno de ellos deseara más poder a espaldas de él, eso sería imperdonable. Posteriormente, el emperador Sith ya no necesitaría del senado, con el pasar de los años y con la construcción de la Estrella de la Muerte, el miedo se convirtió en su mejor allegado para gobernar la galaxia. Aunque en paralelo, la resistencia iba tomando forma y fuerza. La esperanza no desvanece.

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Aunque pareciera que estoy describiendo la realidad de nuestro país, este relato es solo parte de una saga de amplia cultura popular, pero a veces pareciera ser anécdota. No todos los rasgos de esta historia engranan con la realidad política que vivimos actualmente, pero las coincidencias resultan curiosas e incluso un tanto desconcertantes. Solo espero que el 1 de mayo, cuando la nueva Asamblea Legislativa se instale, las palabras que usó la senadora Padmé Amidala antes de que la República desapareciera no se hagan realidad: <<Así es como muere la libertad, con un fuerte aplauso>>.
Comunicólogo y político