El año pasado hice algo que no había hecho en toda mi vida, y lo hice varias veces: tomar el teléfono para agradecer como ciudadano a los diputados que estaban trabajando arduamente, en condiciones de riesgo extremo, para proteger nuestros derechos y nuestras libertades en el marco de la cuarentena.
Sí, agradecí a los diputados, aunque parezca insólito. A esos que insulta el presidente todos los días, especialmente a Mario Ponce, a Rodolfo Parker, a Yanci Urbina, a Cristina Cornejo, con quienes tuve una comunicación más fluida, y por su medio a todos los que lucharon durante meses para poner algún freno al autoritarismo de la presidencia, a la prepotencia de policías y militares, al cierre arbitrario de empresas, a la violación de todos los derechos de la gente en los centros de confinamiento, a la prohibición ilegal de retorno de compatriotas varados en otros países, a la incompetencia rampante en la gestión de salud pública, al gasto millonario del gobierno sin rendición de cuentas y al endeudamiento irresponsable que pagarán nuestros hijos por décadas.
En pocas ocasiones he visto de manera tan nítida la importancia vital de la oposición. Con excepción de oficialistas y entreguistas, las fuerzas políticas que surgieron de las elecciones legislativas de 2018 cumplieron su papel. Ahora, a tres días de la votación para renovar la Asamblea, estamos ante similares desafíos. Lo único que ha cambiado es el nivel de aflicción por la pandemia. Por lo demás, seguirá siendo vital desde el punto de vista de nuestros derechos y libertades hacer un efectivo contrapeso al poder autoritario, autocrático y arbitrario del presidente y a la arrogancia de su gente.
Al presidente le encanta decir que la oposición es el 3% de la población. Lo dice por una razón. Su endiosamiento no está -todavía- a nivel de creer semejante tontería. Tampoco lo hace por ignorancia o demencia. Al contrario, yo nunca dudaría de su lucidez e inteligencia. Lo dice con el propósito bien calculado, y al parecer efectivo, de alimentar su mito y de intimidar a la oposición.
Pero Nayib sabe bien lo que hizo la oposición en la última medición, en la contienda presidencial, contra él mismo, que era un adversario formidable, a diferencia de los muy mediocres e insulsos candidatos a diputados y alcaldes que ahora ha presentado “Nuevas Ideas”. En esa ocasión, la mitad de la gente no salió a votar, y de los que votaron, más de 1,200,000 personas (47%) votaron contra él.
La fuerza mayor de oposición en la Asamblea, ARENA ha tenido una regularidad bastante curiosa en elecciones legislativas, tanto a nivel nacional como departamental. Sus números de 2012, 2015 y 2018 fueron casi idénticos en departamentos como Santa Ana, Sonsonate y La Libertad, y a nivel nacional rozaron un millón de votos. En 2021 está en horas bajas y seguramente perderá varios diputados, pero no está claro que no pueda conservar una buena parte de su caudal.
El Frente ya perdió un millón de votos entre 2009 y 2019 y es poco probable que vuelva a perder ahora una gran cantidad. “Nuestro Tiempo” compite por primera vez, concentrado en 5 departamentos, con candidatos de reconocida capacidad y honradez.
Los partidos de oposición han competido en esta campaña en condiciones de tremenda desigualdad por las gruesas ilegalidades y el ventajismo gubernamental. Las encuestas, al unísono con la propaganda oficial, dicen que los van a arrasar. Puede ser, pero también pueden sorprender. El tercio del veto seguro lo van a tener, y algunos pensamos, sin aventurar pronósticos, que van a pasar con cierta holgura de ese nivel, sobre todo si no se queda tanta gente en casa como la última vez.