Los derrotados

Las aventuras destructivas de orates, desquiciados y malvados se siguen viendo: Idi Amin, Milosevic, Saddam Husseim, Hugo Chávez, en fin, una lista demasiado grande. ¿Cómo prevenir? No creyendo en falsos mesías con mensajes de odio.

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El Bitcoin se adoptó como moneda de curso legal en El Salvador desde septiembre de 2021. Foto: EDH / Archivo

Por Mirella Schoenenberg Wollants

2021-10-18 4:49:48

Una muy buena película de productores suecos, que recién vio la luz en la pandemia, relata desde un ángulo muy particular la vida en la ciudad de Berlín justo un año después de haberse terminado la Segunda Guerra Mundial, 1946.
Además de muy buenas actuaciones que se encuentran en el filme, de la trama bastante interesante, lo mejor de la película es que nos muestra lo que le pasó a la crédula población alemana que acompañó al demente de Adolf Hitler en su aventura del nazismo.
Desnuda mediante excelente fotografía la devastación a la que se vio sometida Berlín (aunque eso fue generalizado y peor en ciudades como Dresden), la pobreza y más aún la degradación humana a la que se tuvo que someter a los alemanes cuando terminó en derrota la aventura de un grupo de mafiosos y facinerosos, como lo fueron los líderes nazis.
Es un drama humano que muchos no terminan de entender, porque no solo se trató del tema de la guerra (entre 50 y 60 millones de muertos), del exterminio judío (más de 6 millones de personas asesinadas) y millones desterrados, sino también de cómo se degradó a un pueblo entero; y no es hablar de cualquier pueblo, sino de uno con un pasado glorioso y una naturaleza que sigue demostrando hoy en día su entereza y carácter, como lo es el pueblo alemán. Un pueblo, una verdadera nación que aunque se diga de manera escueta: ¡SE EQUIVOCÓ!
Estaba el pueblo alemán en medio de gran confusión: ¿Qué les había sucedido que ocasionó que perdieran la Primera Guerra Mundial? Se les vino el embate del expansionismo e imperialismo soviético, sufrían pobreza, con devaluación monetaria y gran desempleo.
Y en medio de tal confusión los mismos políticos de siempre liberan una serie de infiltrados para que se unan a los movimientos civiles y traten de apoderarse de ellos; uno de esos infiltrados de los mismos de siempre era un mediocre y enajenado mental llamado Adolf Hitler, quien no solo cumple el cometido de infiltrarse en el Partido Obrero Alemán (DAP), sino que además lo refunda como Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP), y se asocia con una recua de enfermos mentales con características sociopáticas y ansias de poder, que por sus propios medios no eran capaces de brillar, como Himmler, Goebbels, Göring, Hess, Bormann, Heydrich y otros tantos que se distinguieron por sumir Alemania en una debacle como nunca antes.
Pero la pregunta es: ¿Cómo pudo acabar un pueblo fantástico como el alemán sumido en tal locura de eliminar al pueblo judío, librar una guerra contra todo el mundo, apoderarse de países vecinos, etc.?; Quizá fue porque se dejaron capturar por sus bajas pasiones, cuando les vendieron la idea que eran los judíos (judíos alemanes, sus hermanos) los culpables de todas sus tragedias y que tenían la capacidad de ir solos contra el mundo como una raza superior. Al principio se sumó a la cortina de humo una serie de mejoras que se lograron gracias a que se convocó para dirigir el “milagro alemán” a los mejores cerebros (que no eran los que andaban con Hitler claro), pero luego ya no se les escuchó o, peor aún, se les hizo callar; rápidamente todo fue oscuridad, miedo, represión y más tarde, la guerra. Aunque lo peor estaba por venir: La derrota.
El primero de septiembre fue el Octagésimo Segundo Aniversario del inicio de la más sangrienta conflagración que el ser humano ha visto, producto de un grupo de locos (no solo Hitler y sus secuaces, sino también la bestia de Stalin y sus secuaces).
Las aventuras destructivas de orates, desquiciados y malvados se siguen viendo: Idi Amin, Milosevic, Saddam Husseim, Hugo Chávez, en fin, una lista demasiado grande. ¿Cómo prevenir? No creyendo en falsos mesías con mensajes de odio. ¡Hasta la próxima!

Médica, Nutrióloga y Abogada

Mirellawollants2014@gmail.com