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Tras la burka no brilla el sol: De mujeres olvidadas….y una niña que brilla como un sol

Nuevamente la administración talibán despojó de derechos a las mujeres afganas, a las niñas mayores de 12 años se les ha negado indefinidamente su derecho de ir a la escuela. El acceso a la enseñanza superior ha sido prohibido para las mujeres. Han sido excluidas del mercado laboral, se les ha prohibido participar en cualquier actividad deportiva, especialmente en competencias élite como los juegos olímpicos.

Por Agencias

Es increíble pensar que las abuelas de las mujeres afganas en su juventud, durante las décadas de los sesenta y setenta, usaban falda, el cabello suelto, podían trabajar y pasear libremente y sobretodo, tenían acceso a la educación y a la participación pública, todo esto antes de la llegada del régimen talibán.

Para todos es conocido que los derechos de las mujeres en Afganistán han sido brutalmente eliminados bajo este régimen. Miles de niñas no pueden asistir a la escuela y son silenciadas de la vida pública y privadas de sus libertades más básicas, considerándose hoy en día, uno de los países más peligrosos para las mujeres.

El trasfondo comienza al retirarse las tropas de la URSS en 1989, después de una década de ocupación rusa que da inicio a una guerra civil. Debido a los abusos de los muyahidines (grupos locales de combatientes islámicos fundamentalistas) a la población, un grupo de estudiantes se organiza para luchar en nombre del pueblo y surge el movimiento talibán (taleban proviene del idioma pastún que significa “estudiantes”). En cuestión de meses llegan a ser miles, conquistan poco a poco las provincias y en 1996 llegan a Kabul e implantan su propia “Sharia o “ley religiosa islámica que regula la vida y cuyo seguimiento se considera que conduce a la salvación”.

Como lo narra Khaled Hosseini, “Se trataba de una fuerza guerrillera compuesta por jóvenes pastunes cuyas familias habían huído a Pakistán durante la guerra contra los soviéticos. La mayoría de ellos habían crecido – algunos incluso habían nacido – en campos de refugiados situados en la frontera con Pakistán y en madrasas pakistaníes (escuelas religiosas con educación gratuita) donde los ulemas (doctores en leyes islámicas) los habían instruido en la sharia. Su líder era un misterioso recluso analfabeto y tuerto, el Ulema Omar. Siendo esos chicos carentes de raíces”. Durante 2 años, los talibanes habían avanzado hacia Kabul arrebatando ciudades a los muyahidines.

La llegada del talibán al poder en 1996 establece el “Estado Islámico de Afganistán”, que marcó un cambio drástico en la vida de los afganos. A partir de entonces las niñas mayores de 12 años ya no pueden estudiar, ni las mujeres trabajar y quedan confinadas a sus casas para cuidar de sus hijos. Sus vidas, sus sueños quedarían enterrados bajo las burkas prohibiéndoles reír en público, usar maquillaje, pantalones, usar zapatos de tacón. Mostrar los tobillos o andar solas por la calle podría ser causa de lapidación pública.

Así pasan los años hasta que el 7 de octubre de 2001, un mes después de los ataques de las Torres Gemelas, E.U. invadió Afganistán con el objetivo de desmantelar Al Qaeda y expulsar al régimen talibán, lo que parecía ser una victoria rápida se convirtió en un conflicto de dos décadas. En agosto 2021 se retiran las tropas de estadounidenses y los talibanes entran sin oposición a Kabul y nuevamente se hacen del control de las instituciones y vuelven a poner el yugo a las mujeres en nombre de Alá. Con la llegada del talibán al poder, todo el progreso que habían alcanzado las mujeres llegó a un abrupto final.

Nuevamente la administración talibán despojó de derechos a las mujeres afganas, a las niñas mayores de 12 años se les ha negado indefinidamente su derecho de ir a la escuela. El acceso a la enseñanza superior ha sido prohibido para las mujeres. Han sido excluidas del mercado laboral, se les ha prohibido participar en cualquier actividad deportiva, especialmente en competencias élite como los juegos olímpicos.

Se podría decir que las mujeres tienen un arresto domiciliario de facto. Ya que se les prohibió trabajar, sin poder relacionarse con hombres que no fueran su marido o padre No pueden salir solas, deben esperar a su “manram” o guardián (marido o familiar varón).si no cumplen esas medidas, tanto ellas como su guardián pueden ser castigados y encarcelados.  Tampoco pueden ser examinadas por un médico hombre y siempre deben salir a la calle vistiendo una burka que las cubra de pies a cabeza con colores oscuros para pasar inadvertidas. No pueden maquillarse, llevar tacones o falda, no pueden ponerse perfume… Es un borrar la identidad de la mujer, sin acceso a la universidad, relegadas a las tareas del hogar. Los niños deben llamar a su madre por su nombre.

En la novela del antes mencionado autor Khaled Hosseini, “Mil soles espléndidos”, se narra la historia de dos mujeres afganas que comparten terribles circunstancias de violencia física y psicológica causadas por su marido, triste situación permitida para esta cultura.

Se estima que 3.6 millones de niñas estaban escolarizadas antes de la llegada del régimen talibán. Ahora se prohíbe que las niñas vayan a la escuela después del 5º. Grado.

Estas prohibiciones contrastan con la historia de la vida real de una de mis heroínas favorita, que con frecuencia pregunto a mis pacientes adolescentes si saben quién es pero tristemente no han oído de ella: Malala Yousafzai. Una joven Pakistaní, activista en favor de los derechos de las niñas a la educación, que en 2014 recibió el Premio Nobel de la Paz por sus acciones en torno a la educación y derechos humanos.

A comienzos del 2009, cuando Malala tenía alrededor de doce años, se le encarga escribir un Blog para la BBC bajo un pseudónimo contando su vida en el valle de Swat, en el noroeste de Pakistán bajo el régimen talibán. Según lo detalla Wikipedia, Malala describía en notas escritas a mano como lo talibanes obligaron el cierre de escuelas privadas y entre 2003 a 2009, se destruyeron más de un centenar de escuelas de niñas.

En octubre de 2012, fue víctima de un atentado dentro del autobús escolar, donde miembros de un grupo talibán pakistaní le dispararon varias veces, impactándole en la frente y cuello e hiriendo a dos estudiantes más. Ella sobrevivió y una vez salió de estado crítico, la trasladaron al Hospital Queen Elizabeth de Birmingham, Inglaterra para recibir tratamiento.

El intento de asesinato suscitó la inmediata condena internacional. La Deutsche Welle escribió en 2013 que Malala era “la adolescente más famosa en el mundo”.  El enviado especial de las Naciones Unidas para la Educación Global, Gordon Brown, lanzó una petición en nombre de Malala Yousafzai, exigiendo que todos los niños del mundo estén en la escuela a finales de 2015, lo cual ayudó a que Pakistán ratificase este derecho. En 2021, Malala fuera incluida por la BBC entre las 100 Mujeres inspiradoras e influyentes de todo el mundo.

Termino con unas frases de esta valiente jovencita: “La educación es poder para las mujeres”, "Un niño, un maestro, un libro y una pluma pueden cambiar el mundo". El mensaje de Malala sigue más vigente que nunca: un lápiz es un arma poderosa para la educación y el cambio social. No podemos quedarnos de brazos cruzados, debemos hacer sororidad con tantos rostros de mujeres y madres que tras el burka, esperan ser desvelados para ser libres y dejar de esperar una muerte silenciosa.

Master en Nutrición Clínica.

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Afganistán Caos En Afganistán Opinión

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