Columna Transversal: En defensa de los Acuerdos de Paz

Estos son los principales logros que la Nación conquistó al decidirse terminar el conflicto armado y a la vez el autoritarismo y transitar a la democracia. Cada uno de estos logros está en grave peligro si Bukele alcanza su meta de tomar control de la Asamblea, y luego del resto de poderes e instituciones, a partir de las elecciones de febrero 2021

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Nicolás Muñoz celebra tras anotar un gol para Águila ante Marte. Foto de CD Águila.

Por Paolo Lüers

2020-12-12 4:57:19

Los mal llamados Acuerdos de Paz fueron acuerdos de dos cúpulas negociando en nombre de los que arriesgaron su vida”

(Nayib Bukele, 25 de noviembre 2020).

No es la primera vez que quien ahora ejerce el cargo de presidente de la República expresa que no se siente comprometido con los resultados de las negociaciones, que pusieron fin a la guerra civil y sentaron las bases, no sólo para la paz, sino para la democracia del país. Lo significativo es adónde y a quiénes lo dijo: en la Escuela Militar Gerardo Barrios y a los futuros jefes militares, en una ceremonia de graduación de subtenientes. Descalificar los Acuerdos de Paz frente a los oficiales formados bajo su gobierno significa nada menos que deslegitimar la nueva doctrina institucional de la Fuerza Armada adoptada luego de la guerra. Significa poner en cuestión la esencia misma de los Acuerdos de Paz: la desmilitarización del país. Esto no sólo incluye la subordinación de la Fuerza Armada a la Constitución, sino además su carácter apolítico, no deliberativo, su separación de la Seguridad Pública.

Este desconocimiento de los Acuerdos de Paz de 1992, por parte del presidente de la República, es el intento de romper con el sistema político, el cual lejos de ser un pacto de cúpulas, surgió de un consenso forjado entre todos los sectores del país y toda la comunidad internacional. No podemos permitir que un presidente sediento de alcanzar el poder ilimitado e incontrolable logre producir esta ruptura. Los Acuerdos de Paz merecen defenderse entre todos. Cuando digo todos, no sólo hablo de los excombatientes de ambos lados, soldados y guerrilleros, sino de las Iglesias, de los partidos políticos de todo el espectro ideológico que juraron cumplir con la Acuerdos, de los sindicatos y organizaciones de campesinos, de los empresarios y sus gremios.

Cuando hablamos de defender los Acuerdos de Paz, ¿qué significa en concreto?

Si enumeramos todos los principales acuerdos que en su conjunto se firmaron en 1992, nos damos cuenta que son precisamente las reglas del juego que el gobierno y los partidos de Bukele están atacando y tratando de debilitar y deslegitimar:

La desmilitarización. Bajo las órdenes de Bukele, la cúpula militar instalada por él desafía sistemáticamente los mandatos de los Acuerdos de Paz y de la Constitución de no meterse en política. El corazón de la paz alcanzada fue: Los militares mantienen el privilegio de las armas, pero dejan de meterse en política; los guerrilleros entregan las armas por siempre, pero ganan el pleno derecho de participar en el sistema político. Esto nos lleva al segundo eje central de la paz:

El pluralismo político. La guerra estalló por que una de las fuerzas políticas existentes, la izquierda en todas sus expresiones, estaba excluida del sistema y sujeto a censura y represión. Los Acuerdos de Paz establecieron un sistema pluralista, en el cual mayorías y minorías, derecha e izquierda, partidos tradicionales y partidos emergentes, podían competir libremente. El sistema no fue perfecto, porque no hubo igualdad de condiciones para todos, pero le dio al país la estabilidad necesaria para poder recuperar su fuerza económica y comenzar a disminuir la pobreza. Los ataques feroces de Bukele y sus seguidores no solo a los partidos que compiten contra los suyos, sino al sistema partidario, demuestran su menosprecio al pluralismo. No es compatible con su anuncio populista que sólo él representa “al pueblo”.

La división de poderes. Este principio es el corazón del sistema republicano que El Salvador adoptó consecuentemente con los Acuerdos de Paz. Nuevamente, no funcionó a la perfección, pero antes del surgimiento del populismo autoritario de Bukele y Cía. había disputas sobre el alcance de la independencia del parlamento, de la Corte Suprema, de la Fiscalía, de la Corte de Cuentas y del Tribunal Electoral, pero no había quienes se dedicaran sistemáticamente a erradicar la división de poderes. Hoy estamos ante una sistemática labor de deslegitimar a estas instituciones, siempre cuando cumplen su papel de contrapeso contra el poder ejecutivo. El populismo siempre pretende ganar poder movilizando a las masas contra las instituciones que supuestamente son obstáculos para la labor del líder a favor de “el pueblo”.

El consenso social contra la violencia política y en defensa de la libertad de prensa. Gracias a este consenso social tan fuerte y profundo, forjado en nuestro proceso de paz, somos el único país de la región (junto con Costa Rica) donde durante décadas no ha prosperado la violencia política ni ataques a la libertad de prensa. Hemos tenido cualquier forma de violencia, pero no violencia política ni contra periodistas, como abundan en Honduras, Nicaragua, Guatemala y México. Luego de lo vivido entes y durante la guerra, la sociedad civil entera ha levantado una barrera moral contra ambos flagelos: la violencia política y la restricción de la libertad de expresión y en particular de la prensa. El gobierno actual y los partidos Nuevas Ideas y Gana que lo sostienen, promueven el odio y los resentimientos como arma política y electoral, atacan diariamente a los medios y periodistas independientes.

Una policía civil e institucional. La abolición de los antiguos cuerpos de Seguridad supeditados a la cúpula y doctrinas militares y sus sustitución por una policía civil y obediente al control de la fiscalía y los jueces, fue el logro más audaz de los Acuerdos de Paz, y todos somos testigos de cómo bajo las órdenes de Bukele la PNC se vuelve a militarizar y convertir nuevamente en un instrumento de control político del gobierno.

Estos son los principales logros que la Nación conquistó al decidirse terminar el conflicto armado y a la vez el autoritarismo y transitar a la democracia. Cada uno de estos logros está en grave peligro si Bukele alcanza su meta de tomar control de la Asamblea, y luego del resto de poderes e instituciones, a partir de las elecciones de febrero 2021. Es tarea de todos, no sólo de los partidos de oposición, a defender y perfeccionar el sistema político que surgió de un amplio consenso luego de la guerra.

Defender los Acuerdos de Paz, los compromisos asumidos en ellos, es la única forma de defender nuestros derechos y nuestras libertades. ¿Qué se cree Nayib Bukele para desafiar los Acuerdos de Paz?

Periodista.