Cuando a la humildad se le confunde con la pobreza

La pobreza es una condición que todos debemos luchar superar. La humildad es una virtud que deberíamos aprender a cultivar todos, inculcarla y multiplicarla, comenzando por reconocer nuestras fortalezas y límites.

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El rector de la Universidad Nacional de El Salvador, Roger Arias, acompañó a los estudiantes al Centro Judicial el día en que fueron presentados. Foto EDH/ Archivo

Por Karla Interiano

2019-03-23 12:13:35

Cuántas veces habremos empleado de una forma inadecuada los términos de “humildad” y “pobreza”, considerándolos sinónimos.

El primero se refiere a la capacidad que tiene el ser humano de reconocer sus fortalezas y debilidades frente a sí mismo y ante los demás y, por lo consiguiente, aprender a reconocer las fortalezas que tienen otros; el segundo, por el contrario, es la carencia que se tiene para satisfacer las necesidades básicas para subsistir.
Por lo anterior, no necesariamente una persona pobre es humilde, o viceversa, que una persona humilde lo sea por el simple hecho de ser pobre; o por el contrario, una persona por no ser pobre nunca podría ser humilde, ya que ninguna de esas situaciones es condicionante para ser humildes.

La pobreza es una condición que debemos luchar siempre por superar en bien de nuestras familias y de nuestro país. Todo ser humano, sin excepción, debería satisfacer las necesidades básicas para vivir; esto debería ser el principal objetivo a nivel global de todos y cada uno de los seres humanos.

La humildad es una virtud que deberíamos aprender a cultivar todos, inculcarla y multiplicarla, comenzando por reconocer nuestras fortalezas y límites.

Por lo tanto, no porque alguien es pobre, será humilde o porque alguien tiene mayores posibilidades económicas no lo será. Para el pobre, la humildad debería ser su acicate para luchar siempre y salir adelante, siendo perseverante y nunca desistir y al que no se encuentra en la condición de pobreza. La humildad debe ser siempre su talante, que le permita seguir creciendo como persona, para hacer el bien a los demás y reconocer cuáles serán siempre sus límites y sus alcances.

Cuántas veces hemos podido observar que hay personas en condición de pobreza y no son humildes, y por el contrario, son soberbias y prepotentes. Y cuántas veces hemos observado que hay personas que no se encuentran en condición de pobreza y son muy humildes, gentiles, generosas y dispuestas a ayudar, así como también en otras ocasiones, hemos podido observar lo contrario en ambos grupos.

La humildad haría al mundo diferente; aprender a reconocer de lo que somos capaces y para lo que no lo somos; aprender a reconocer nuestros límites, nuestros alcances; no querer llevarse de encuentro siempre a los demás, reconocer los logros de otros y reflexionar que la soberbia y la prepotencia minan, destruyen a la persona, aunque no lo demuestren ante los demás.

Muchos llegan a creer que la humildad es sinónimo de debilidad, y no es así. Más bien es una fortaleza que se debe complementar con el temple y carácter, que tampoco son sinónimos de prepotencia y soberbia.
A menudo nos creemos autosuficientes y más que los demás, cuando de todos aprendemos, ya que cada quien tiene experiencias, vivencias, aprendizajes, conocimientos, habilidades, destrezas y capacidades diferentes; somos seres individuales, pero es difícil en muchas ocasiones aceptarlo y comprenderlo de esa forma.

La humildad nos permite creer en nosotros mismos, crecer como personas. Enseñemos entonces al soberbio cómo hacerlo, en cosas pequeñas, en situaciones sencillas.

En ocasiones podrá resultar difícil lograr plenamente esta virtud, ya que como seres humanos que somos, nos encontramos inmersos en un mundo de presiones sociales, obligaciones, responsabilidades, deberes que atender, personas con las que se convive a diario, con formas de pensar y de actuar diferentes; sin embargo, no se debe desistir en ser humildes, ya que no siempre le enseñará al soberbio predicando con su ejemplo, pero usted se sentirá satisfecho de haber dado la lección.

Licenciada en Psicología y Máster en Diseños y aplicaciones en Psicología y Salud.