Cosas de la política

El Brexit, se ha escrito, “es una solución en busca de un problema. Se trata de un legítimo disparate nacionalista” labrado a fuerza de fake news, polarización y abundancia de postverdad al servicio de un puñado de políticos y en perjuicio de mucha gente.

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Foto EDH / AFP

Por Carlos Mayora Re

2019-03-22 6:13:10

Después de agotar las instancias legales, y las votaciones en el Parlamento, el próximo 29 de marzo Gran Bretaña dejará de formar parte de la Unión Europea. Hace exactamente dos años y medio se inició el proceso de apartamiento de este tratado que comenzó siendo económico y que terminó involucrando en muchos más aspectos a las naciones que se adscribieron a la coalición.

Cuando David Cameron incluyó entre sus promesas de campaña la realización de un referéndum acerca de la permanencia o no de Gran Bretaña en la Unión Europea, nunca se imaginó que llegarían a salirse, ni que el “no” de sus compatriotas a permanecer terminaría por hacerle dimitir como Primer Ministro.

Los analistas, y las encuestas, decían que la gente prefería seguir siendo parte de un todo que les daba muchos beneficios —concretados en lo que los europeos llaman las cuatro libertades: libre circulación de personas, mercancías, servicios y capitales—, que permanecer independientes. Sin embargo, a la hora de votar, prevaleció el no, con un margen muy estrecho, es cierto, pero así es la política… y por esto, el 48 % que votó por la permanencia deberá adaptarse a las nuevas circunstancias.

La primordial promesa de quienes querían marcharse: “los británicos recuperaremos el control de nuestros propios asuntos” (principalmente de las fronteras y de la inmigración), ahora que la salida es inminente, no se ve tan halagüeña como originalmente se presentaba.

Los británicos han pasado los dos últimos años poniéndose de acuerdo en cómo serán sus relaciones con la Unión Europea, mientras el gobierno negociaba con Bruselas los términos de la separación. Ahora, tal como están las cosas, y después de los dos últimos intentos de al menos negociar una salida más ventajosa, no queda más que entrar en el período de transición, que culmina en diciembre de 2020, además de empezar a colectar los cincuenta mil millones de dólares que Gran Bretaña debería honrar a la UE por compromisos previamente adquiridos.

La buena noticia es que todos los ciudadanos de países de la UE conservarán sus derechos migratorios en Gran Bretaña y los británicos en el continente. Sin embargo, permanece latente la problemática de la frontera entre las dos Irlandas, considerando que una de ellas es parte del Reino Unido y la otra pertenece por derecho propio a la UE y no está dispuesta a separarse del tratado.

Lo trágico de todo esto es que nadie con responsabilidad y/o en puestos de gobierno ni en el Reino Unido, ni en los países miembros de la UE, ni en el seno de la coalición, desea que los ingleses abandonen la UE. Sin embargo, ya en ruta de colisión parece que no hay modo de detener el proceso, mientras los separatistas se frotan las manos y las personas sensatas se preparan para el impacto.

Más aún, si hipotéticamente se lograra un acuerdo de último momento y no se diera la separación, los expertos coinciden en que el daño ya está hecho. La desconfianza y la separación entre la gente común y corriente y el gobierno británico, y el desprestigio enorme de la política y de los políticos, serán difícilmente reparables.
El Brexit, se ha escrito, “es una solución en busca de un problema. Se trata de un legítimo disparate nacionalista” labrado a fuerza de fake news, polarización y abundancia de postverdad al servicio de un puñado de políticos y en perjuicio de mucha gente.

Todo indica que la salida, por ahora, es irrevocable… a menos que el Parlamento británico decida lo contrario en el último momento, o caiga el gobierno de la señora May, haya prórroga, o la UE decida unilateralmente algo diverso. En fin, cosas de la política.

Ingeniero @carlosmayorare