Producción cafetalera buscando renovar esperanzas

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Por Ricardo Esmahan

2019-02-11 9:59:29

En la economía mundial del café, el comercio justo parece estar cada vez más lejos. De los US$200,000 millones que representan anualmente las ventas de café en el mundo, los caficultores apenas reciben entre el 6 % y 10 %.

El café es el segundo producto más comercializado a nivel mundial, después del petróleo. Y es el segundo más consumido después del agua. Indicadores que nos harían pensar que los productores de café están acaudalados; sin embargo, no hay nada más alejado de la realidad.

Recordemos que la caficultura fue por muchas décadas, uno de los principales rubros de exportación para El Salvador; pero en los últimos años, el sector ha enfrentado diversas crisis caracterizadas por volatilidad de precios, falta de seguridad ciudadana, arrastre de deudas, desaparecimiento de pequeños productores, problemas institucionales, cambio climático, etc.; siendo las causas de los volúmenes más bajos de exportación de la historia de nuestro país, repercutiendo en una dramática caída del número de puestos de trabajo generados por este sector. Desde 2010, se han perdido más de 85,000 puestos de trabajos en el sector.

Lo anterior se refleja hoy en decenas de fincas abandonadas y azotadas por plagas. En tierras cafetaleras que terminaron dando paso al cultivo de caña y que se resisten a una creciente urbanización. Hoy son parajes solitarios, con cada vez más atracos y cada vez menos jóvenes en el campo. El pequeño poblado que lo apostó todo al llamado grano de oro, no ve salida a la crisis que arrincona a la mayoría de los cafeticultores del país.

El principal detonante de esta crisis ha sido el desplome de los precios internacionales del café, que alcanzaron a finales de 2018 su nivel más bajo en la década, según la Organización Internacional del Café. El café es un commodity y sus precios se rigen por la oferta y la demanda. Se produce tanto y en tantas partes del mundo que cuando llega la época de la cosecha en El Salvador, entre noviembre y marzo, ya existe demasiado producto barato en cotización. El punto de inflexión de esta crisis es el abordaje de la problemática de la caficultura. Sin embargo, se adolece de la falta de una política real por parte del Estado para resolver la baja producción. Desde que el gobierno dejó en abandono PROCAFE, los caficultores, especialmente los pequeños, carecen de investigación para prevenir y combatir enfermedades del parque cafetalero.

El consenso es que una solución debe evitar el enfrentar a los grandes y pequeños productores. Y ésta no será posible sin un plan maestro para el campo; y además, sin un instituto que cree compromisos formales entre los actores implicados, en investigación, capacitación, registro de certificaciones, laboratorios y análisis de suelo, campañas para atención de plagas y enfermedades, monitoreo de mercados, etc.

Un gremio cafetalero unido puede materializar una institución representante de estos productores, que vele por los intereses del sector y sea responsable de prestar los servicios efectivos para una caficultura sostenible, competitiva y de calidad.

Debemos aprender de países vecinos, que están produciendo más porque comparten una sola visión, con notoria unidad en la ruta a seguir como país. Y siendo nosotros los más pequeños en la región, el sector cafetalero no puede darse el lujo de seguir actuando dividido.

Esperamos que el Presidente electo y su futuro Gobierno tomen muy en cuenta al sector productor de café, en toda su cadena productiva. La caficultura puede aportar una verdadera proyección de empleos. Hay esperanza de tiempos mejores en este negocio que está en boga en cafeterías y barras de las grandes ciudades, pero pauperizado en el campo.

Exministro de Economía
resmahan@hotmail.com