Abstencionismo y democracia en El Salvador

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Por Luis Enrique Contreras Reyes

2019-02-09 9:43:37

Nuestro nuevo presidente se llama Nayib Bukele y, como lo mencioné en anteriores columnas de opinión y en medios televisivos, quien saliera electo como nuevo gobernante sería el presidente de todos los salvadoreños y gobernará para los que incluso no votamos por él. Nuestro país constitucionalmente establece un gobierno republicano, democrático y representativo en el que las mayorías eligen al futuro mandatario.

Lo triste de la pasada elección del 3 de febrero fue un nivel alto de abstencionismo. Con un total de 2,397,072 votos emitidos y un padrón de 5,268,411 salvadoreños aptos para votar, el TSE ha calculado una participación electoral del 45.5 %. Esta resulta ser la segunda participación más baja en elecciones presidenciales desde 1999, cuando la participación en primera vuelta fue del 38.57 % de un total de 3,171,224 empadronados.

El hecho de que el partido GANA obtuviera la victoria en primera vuelta no significó realmente una votación masiva para este instituto político. Más bien fue un alto abstencionismo de votantes del FMLN, ARENA y personas no partidarias a las que no convenció ninguna propuesta electoral de los candidatos en contienda. La indiferencia para ejercer el sufragio lacera los sistemas democráticos, porque grupos reducidos de personas eligen a funcionarios que nos gobernarán a todos. Lamentablemente la poca formación política de los salvadoreños provoca no dimensionar y comprender este escenario.

Es imprescindible mencionar cómo ARENA y el FMLN confabularon para una victoria de un partido como GANA, el cual desde su creación había sido un aliado estratégico del FMLN para obtener poder en la aritmética legislativa. Veinte años de gobiernos de ARENA siguen pesando, el escándalo de las donaciones perdidas de Taiwán, su expresidente Tony Saca condenado por corrupción desgastaron y debilitaron enormemente a este partido.

El caso del FMLN es muy similar, el sonado caso de corrupción y desfalco al Estado del expresidente Mauricio Funes, quien cuenta ya con cuatro órdenes de captura, la última girada por el Juzgado Noveno de Paz de San Salvador. El primer presidente del cambio es acusado por la Fiscalía por lavado de dinero hasta por 351 millones de dólares. Este prófugo de la justicia y el FMLN le dieron un golpe bajo a quienes les brindaron su voto de confianza para tomar las riendas del Ejecutivo. A esto debemos agregarle políticas públicas que han impedido un crecimiento económico del país, con un 2.3 % anual ocupando el último lugar en Centro América, persecuciones a empleados públicos entre otros desaciertos que el FMLN nunca corrigió, son parte hoy de su estrepitosa debacle política electoral.

Estos factores fueron aprovechados ampliamente por Nayib Bukele, quien estableció un andamiaje de marketing político enfocado en visibilizar los fatídicos errores políticos de ARENA y el FMLN y llevar al límite del hartazgo a quienes en el pasado habían votado por ellos. Sin embargo, es importante visibilizar que solamente cuatro de cada diez salvadoreños aptos para votar fueron a ejercer el sufragio, es decir que más de la mitad de compatriotas no fue convencido tampoco por la campaña de la antipolítica.

Luego de la elección presidencial hemos evidenciado como nuestras instituciones funcionan, no son perfectas, pero si perfectibles. El Tribunal Supremo Electoral pudo declarar al ganador el mismo domingo, superando lo acontecido en la elección de 2014 en la que tardaron días en el conteo. Los fantasmas de fraude emitidos por la antipolítica del candidato victorioso se diluyeron con el pasar de las horas.

Nuestra democracia necesita seguir fortaleciéndose. Una nueva configuración política se avecina en El Salvador, donde es necesario el surgimiento de nuevas fuerzas políticas que suplan las deficiencias que nunca terminaron de enmendar los partidos políticos ARENA y FMLN.

Politólogo y Consultor en Seguridad
@LuisSaxum