La mejor inversión que puede hacer El Salvador

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Por Manuel Hinds

2018-09-20 9:41:43

Los salvadoreños nos quejamos continuamente de que El Salvador no crece lo suficiente para que la población tenga suficientes trabajos dignos. El problema es un círculo vicioso. El círculo vicioso se puede visualizar si se comienza entendiendo la verdad más grande de las ciencias económicas: en el último análisis, la capacidad de producción de una empresa, un país o una persona depende de la educación que el país, la empresa o la persona pueden utilizar en dicha producción. Partiendo de esto, es fácil ver el círculo vicioso en el que nos encontramos.

Los trabajos dignos no se pueden crear en número suficiente porque estos requieren más educación que la que el salvadoreño promedio tiene, y al mismo tiempo la producción del salvadoreño promedio es demasiado baja para que el país pueda costear una educación suficiente para sus hijos. Los incrementos en el número de la gente educada en El Salvador y en la calidad de su instrucción son muy pequeños para aumentar significativamente la capacidad de producción del país. La escasez de la educación es en sí misma una de las razones por las cuales dicha escasez se mantiene en el tiempo. Los que no tienen educación tienen dificultad en darse cuenta de la importancia que ella tiene. No logran ver por qué un médico gana más que ellos, o, si lo entienden, no logran imaginarse que ellos mismos o sus hijos podrían llegar a ganar lo que el médico gana si tuvieran la educación que éste tiene. Y no logran ver que personas sin educación en puestos de poder los llevarán a un empeoramiento de su situación.

Esto conforma una tragedia. El problema está adentro de la población. Los salvadoreños desean tener trabajos dignos pero no dan importancia al único medio que tienen para lograrlos: la educación. La educación no está entre los valores de la población salvadoreña.

El problema es un círculo vicioso en otra dimensión. La mayor parte de la inversión en educación en El Salvador se hace cuando los niños ya han pasado los 6 años o la primera década de su vida, cuando el cerebro está más plástico para absorber conocimientos y desarrollar la capacidad de discernir. Estamos invirtiendo cuando el suelo ya no está tan predispuesto a recibir la semilla. Es como sembrar cuando ya se pasó el tiempo. La ciencia ha determinado que ese tiempo comienza antes del nacimiento, desde que el bebé está en el vientre de la madre, cuando depende de una buena nutrición y buenos cuidados prenatales para poder desarrollar un cerebro potente. Luego sigue en los primeros 6 años de la vida, cuando desarrolla todas sus habilidades de aprendizaje, incluyendo sus habilidades de aprender y comunicar. Los niños salvadoreños que tienen acceso a buenos cuidos tienen un vocabulario 10 veces más grande que el de los que no lo tienen. Ya de allí vienen las desventajas de los segundos.

El problema se está volviendo peor con el desarrollo de la economía del conocimiento, que requiere cada vez más educación para poder salir adelante. En este momento la Unicef ha hecho una propuesta que ofrece romper ese círculo vicioso. Seguir en la senda en la que hemos estado desde hace siglos, esperando que el desarrollo se vaya dando poquito a poquito de generación en generación no ha funcionado porque no se logra dar un salto de calidad. Los esfuerzos se diluyen con el crecimiento poblacional, en el que nuevamente la mayor parte de los salvadoreños recién nacidos seguirán sin obtener la educación y la salud que necesitan para poder tener una vida digna.

En los últimos años, la Unicef ha estado trabajando en una propuesta que de ese salto de calidad. La propuesta es invertir en una nueva generación que tenga una formación muy superior a la que tiene el promedio de los salvadoreños. Es un esfuerzo enorme pero factible. Y, lo más importante, de acuerdo con los cálculos fiscales realizados por economistas especializados en el tema, la inversión sería altamente rentable. Los nuevos ciudadanos podrán generar más riqueza, que a su vez volvería cada vez más fácil sostener la educación de subsecuentes generaciones. Removeríamos de un golpe la restricción más grande que tenemos para desarrollarnos. Es la inversión más rentable que podemos realizar en nuestro país.

Máster en Economía
Northwestern University.
Columnista de El Diario de Hoy