El contagio de las malas conductas

La acumulación de basura en el área metropolitana es una queja constante desde hace años. Sin embargo, se pueden identificar distintos momentos en que el problema se ha agudizado.

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En la operación se incautó alrededor de cuatro mil dólares. Foto: Cortesía

Por Carlos Ponce

2018-08-28 8:04:35

La acumulación de basura en el área metropolitana es una queja constante desde hace años. Sin embargo, se pueden identificar distintos momentos en que el problema se ha agudizado y, en consecuencia, el descontento ciudadano ha empeorado. El municipio de Santa Tecla atraviesa uno de esos momentos. La coyuntura ha generado reflexiones importantes que necesitamos rescatar por su relevancia para la solución de muchos de los problemas que aquejan a la ciudadanía, incluyendo la seguridad.

Durante agosto, las quejas de los tecleños subieron de tono. Incrementaron, como resultado, la cantidad de denuncias en las redes sociales por la acumulación de basura en el municipio. Hace unos días, el alcalde Roberto d’Aubuisson informó que, desde este mes, la municipalidad inició la implementación de un nuevo sistema de recolección de basura. Explicó, además, que durante esta etapa se han identificado varios problemas que necesitan corregir para que el sistema funcione de forma óptima. Según D’Aubuisson, cuando la alcaldía supere los obstáculos detectados, los tecleños contarán con un mejor sistema de recolección de basura.

Sin duda, este proceso disminuyó la efectividad y eficiencia del servicio de recolección de basura en Santa Tecla, y, por lo tanto, impactó de forma negativa la percepción ciudadana. Los gobiernos locales tienen la obligación de mantener sus jurisdicciones limpias, recogiendo la basura con periodicidad y eficiencia. El alcalde D’Aubuisson tiene la oportunidad de revertir esto resolviendo los problemas identificados para que los tecleños experimenten el servicio de calidad que el nuevo sistema pretende brindar.

Algunos, como es costumbre, aprovecharon la coyuntura para explotar políticamente el descontento ciudadano generado por los problemas experimentados durante la implementación inicial del proyecto municipal. Sin embargo, en medio de mensajes con evidente y excesiva carga política, en las redes sociales surgieron voces haciendo una reflexión importante sobre el papel que debe jugar el salvadoreño común en la construcción y mantenimiento de un ambiente de convivencia ordenada, respetuosa y pacífica. Varias figuras públicas, sin vinculación política, aprovecharon la oportunidad para recordarle a los salvadoreños el poder de nuestro comportamiento. Un mensaje enviado por Diana Verónica Ramos en Twitter resume muy bien la esencia de otros similares: “No es la alcaldía, somos los que visitamos el Centro Histórico los que lo dejamos sucio. La ciudad más limpia no es la que más se barre, es la que no ensuciamos. Saludos”.

Este tipo de mensaje no debe ser interpretado como una excusa o justificación para minimizar un servicio público deficiente. No se trata de librar al gobierno local de su responsabilidad de prestar servicios de calidad, sino de hacer conciencia en la ciudadanía del potencial con el que contamos para que ciertas conductas sean percibidas por los demás como conductas inaceptables.

Una de las premisas centrales de las teorías criminológicas que examinan el proceso de aprendizaje de la conducta criminal es que el comportamiento humano es definido por nuestra interacción con el entorno. Mediante esta interacción somos expuestos a diferentes estímulos que condicionan nuestro comportamiento, definiendo cuáles conductas son aceptables y cuáles no lo son. Cuando percibimos que las malas conductas son aceptables o hasta esperadas bajo ciertas circunstancias, las adoptamos. Así aprendemos a botar basura en la calle, pero no en centros comerciales. Así aprendemos a hacer doble carril en una trabazón si más conductores cuando tenemos prisa. Así aprendemos que la violencia es una forma aceptable de resolver faltas de respeto u otras situaciones triviales. Así los funcionarios públicos aprenden que robar es aceptable.

Las malas conductas, desde votar basura hasta cometer delitos, pueden ser contagiosas. El Estado, así como en las epidemias, juega un rol importante para evitar que estas conductas se propaguen, pero sin la contribución ciudadana difícilmente se puede contener el problema. Todos tenemos la oportunidad de transmitir el rechazo ciudadano de las malas conductas a través de nuestros comportamientos y reacciones.

Criminólogo
@_carlos_ponce