La sociedad debe darle valor a la formación inicial

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Por Ricardo F. J. Montenegro

2018-08-24 8:31:35

Para hablar de formación inicial es necesario recordar la evolución de las civilizaciones y del inicio de la Edad Media. Había talleres de herraduras, donde se manejaba el metal para hacer espadas, escudos, lanzas, palas, cuchillos, entre otros. También inician las labores de carpintería, sastrería y cocina. En esos lugares los jóvenes llegaban a aprender el oficio.

¿Por qué sostengo que nuestra sociedad debe encaminarse a darle valor a la formación inicial? Para lograr el progreso es necesario retomar ejemplos de lugares donde se procure un Estado de bienestar para los habitantes. Europa es un claro ejemplo de ello. Ha enfrentado los retos económicos y demográficos, desde hace siglos, diseñando modelos de formación que garanticen el pleno desarrollo, progreso, protección social y el crecimiento económico de la región.

Al conocer esta experiencia, hay países que han tecnificado los oficios, como Alemania, donde al llegar a secundaria al estudiante se le pregunta si va a estudiar una carrera universitaria o una carrera técnica —oficio. Si el joven optaba por el oficio se le impartían materias relacionadas con el mismo, ya sea carpintería, mecánica automotriz, albañilería, pastelería, y otros.

En esa formación inicial, que es dual (dividido el aprendizaje en el salón de clase y otra parte en la empresa), se les enseña todo lo del oficio o carrera técnica, para desarrollar las competencias que le permitan insertarse en el mundo laboral. Lo anterior permite que se les certifique su aprendizaje. Todo esto reconocido por la sociedad, tanto así que estos trabajos tienen el mismo significado y les generan un aporte económicamente similar o, en ocasiones, mayor, que un profesional que se ha graduado de la universidad.

Entonces, ¿cuál es el valor de la formación inicial? ¿En qué radica su importancia? En el hecho de que su principal objetivo es el aprendizaje, el logro de las competencias, habilidades y práctica necesaria para conseguir un trabajo determinado.

La formación inicial se adapta y evoluciona acorde a las necesidades de la sociedad; se encarga del desarrollo y capacitación de las personas, inculcando habilidades blandas para trabajos específicos. Estamos hablando de un enfoque altamente orientado al mercado laboral.

Desde el Instituto Salvadoreño de Formación Profesional (Insaforp) ejecutamos programas de formación continua, para las personas trabajadoras en las empresas cotizantes; pero una de nuestras principales apuestas es hacia la formación inicial, cursos cortos y carreras técnicas, la cual la orientamos a los sectores vulnerables, a quienes les enseñamos sastrería, costura, panadería, soldadura, computación, reparación de celulares, reparación de motocicletas, elaboración de paneles solares, soldadura, electricidad, ventas, entre otros.

En El Salvador debemos cambiar la concepción de los oficios y darles el valor que realmente tienen. Un oficio debe ser motivo de orgullo, ya que son habilidades que muchas personas llegan a dominar con tal perfección que les genera buenos ingresos por el nivel de certificación que adquieren. Además, son indispensables para la sociedad por lo que tienen una demanda alta. ¿A quién no le hace falta un fontanero, carpintero o albañil?

Un aspecto importante es que el diseño de estos cursos evolucione de la mano de la sociedad, de las personas, y de sus necesidades. Otro de los beneficios de la formación inicial —en el país, a través de Insaforp— es que estos cursos son sin costo para el usuario, diseñados para proveer herramientas, habilidades y competencias a poblaciones vulnerables.

He sido testigo del impacto directo, que los cursos de formación inicial, generan en la persona y en su familia, al ser fuente generadora de ingresos; además de ello tiene una carga positiva en la autoestima de la persona, al mejorarla considerablemente. Por esas bondades es que no dudo en sostener que nuestra sociedad debe apostarle a la formación inicial y a darle el valor que merece.

Licenciado en Administración
Financiera, graduado de la
Purdue University, empresario y actual
presidente del Instituto Salvadoreño
de Formación Profesional (Insaforp).