Un antes y un después

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elsalvador.com

Por Eduardo Torres

2018-08-20 9:37:15

La confesión de culpabilidad de Antonio Saca y sus exfuncionarios imputados en el caso “Destape a la corrupción”, que se ventila ante el Tribunal Segundo de Sentencia por la sustracción y desvío de fondos de la partida de “gastos reservados de la presidencia” 2004-2009, constituye, sin duda alguna, un antes y un después en la lucha contra la corrupción.

Que se haya dado en el marco de un “proceso abreviado” tras avalar el tribunal el acuerdo Fiscalía-defensa garantiza la continuidad de la pena en prisión para los reos confesos. Peor hubiese sido, como dijo el Fiscal General en una entrevista, que por argucias legales de la defensa se hubiera extendido la audiencia más allá del tiempo de ley de detención sin condena, con la posibilidad de que hubiesen podido quedar en libertad los imputados.

Dicho lo anterior, comprensible fue hasta cierto punto la ola de indignación generada tras conocerse sobre el proceso abreviado, ya que se siente y a la gente le da mucha cólera conocer detalles del enorme desfalco que se le ha hecho al erario. Empero, tomando en cuenta las ramificaciones políticas a las que hizo referencia el Fiscal —Antonio Saca fue presidente de la República y de ARENA; está vinculado a la creación de GANA, corrió de nuevo para la presidencia con su movimiento “Unidad” y como que no anduvo distante del primer presidente efemelenista. “Más vale pájaro en mano que cien volando”, diría la sabiduría popular, pero la verdad es que el proceso abreviado es un recurso que brinda la ley.

Estando contemplada la figura legal del proceso abreviado tanto en nuestra como en otras legislaciones, el fallo condenatorio para los reos está por venir y puede continuar el Estado la recuperación de bienes muebles e inmuebles, así como la posibilidad de que se deriven nuevas investigaciones al término de la audiencia que lleva ya dos semanas y se llevará al menos otra más. Por eso creo que este caso se ha vuelto un parteaguas, término tomado de una línea imaginaria que separa aguas pluviales de dos cuencas contiguas, pero entre otras acepciones me quedo con que es “Un momento, personaje o suceso de trascendencia tal que aparenta dividir o separar lo previo de lo consecuente”.

Así, sin entrar a otros casos en desarrollo en los que por las órdenes de captura emanadas se volvió de conocimiento público que hay peces gordos, muy gordos, que se encuentran siendo diligenciados ante autoridades judiciales (Fiscalía y tribunales), más otros que puedan estar en proceso, se vuelve desde ahora importante recapitular cuáles instancias son las que más han venido fallando en nuestro país para enmendar la legislación, con el fin de que el “antes” no tenga cabida en el “después “ que se construye. Por ejemplo, en un congreso anticorrupción al que asistí en Durban, invitado por USAID, se hizo énfasis en evitar la discrecionalidad para el manejo de los fondos públicos y en cerrar los vacíos legales (“loopholes”).

Discrecionalidad hay en la partida de “gastos reservados” que se tiene en gobiernos, pero en el Primer Mundo es para funciones específicas, por ejemplo de seguridad nacional, con monto específico y supervisadas las actividades por comité(s) del Congreso. En cuanto a los vacíos legales, o a las reformas que se requieran, para muestra un botón: cuántos años hace que se viene hablando sobre la necesidad de hacer de la Corte de Cuentas una verdadera Contraloría, electa por mayoría calificada en vez de mayoría simple? Y elegir de ahí para allá a los magistrados que la componen para un plazo mayor a los tres años, algo que también debería considerarse para el Fiscal General de la República.

En cuanto al modelo humano a seguir, San Juan Pablo II nos dejó en el año del Jubileo a Santo Tomás Moro, a quien declaró como patrono de los gobernantes y políticos. Brillante humanista, estudió leyes en Londres y Oxford y captó el ojo del Rey Enrique VII en cuanto llegó al Parlamento; llegó a ser Canciller del Reino hasta que renunció porque su fe le impedía estar al servicio de Enrique VIII en su proyecto de asumir control de la Iglesia. Sufrió con su familia abandono y pobreza al rechazar cualquier tipo de compromiso contra su conciencia ofrecido por el Rey, quien lo mandó a encarcelar en la Torre de Londres. Fue leal a su fe y a sus principios hasta ser decapitado. Beatificado junto a 53 mártires de Inglaterra por el Papa León XIII en 1886, le canonizó el Papa Pío XI en 1935. Jamás tambaleó su coherencia moral.

Abogado y periodista