El derecho a escribir la historia: la democracia y los problemas de El Salvador

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Foto/EFE

Por Mauricio Vargas

2018-08-14 8:23:02

Nada distintos a nuestro compromiso con la Patria, nada distinto a la lealtad con las instituciones nos mueve a reflexionar sobre los complejos problemas para todos los salvadoreños. Queremos anteponer a la visión, la preocupación. Preocupación de un profesional de las armas ante una historia que lejos de acabarse, se multiplica y desborda. Los militares profesionales no nos permitimos el silencio, ni el miedo y mucho menos huir; decidimos y actuamos.

No hay nada más peligroso que sentarse ante el peligro. Pero la paz seguirá siendo esquiva de los egoístas, los codiciosos y los usureros del poder. Hoy veo que la historia nunca dice su última palabra: abierto el tiempo, historia inconclusa.

Quiero invitarlos a reflexionar y más que todo a cuestionar, especialmente a las nuevas generaciones y recordarles, cual fue la experiencia de mi generación, a fin de que la comparen con la suya. Comparar El Salvador que fue nuestro y el que será de ustedes.

¿Contar mi experiencia? ¿Quién soy yo para ello?. Pues bien, me asiste la autoridad moral de un ejercicio profesional enmarcado por los signos del honor y la dignidad que imprime a nuestras vidas el porte del uniforme de nuestras Fuerzas Armadas. El haber recorrido palmo a palmo todo el territorio de nuestro país ofreciendo seguridad y sosiego a todos los habitantes. Haber comandado en épocas difíciles para el orden público unidades tácticas y operativas de las más importantes. Haber participado como auténtico representante de las Fuerzas Armadas en el logro de la paz en momentos que por sí solo se convertía en un mito y quienes ejercíamos el mando aparecíamos ante la opinión pública como presuntos responsables de conquistar a esa esquiva y añorada paz. Estábamos conscientes de que era posible transformar sin destruir, ni recurrir a revoluciones, para dar mayor lugar a mayor democracia, libertad e igualdad. El sentido común nos dice que probar un método y como funciona es lo mejor. Si falla hay que admitirlo francamente y buscar otro. Es buscar algo distinto. Pero la paz seguirá siendo esquiva de los egoístas, los codiciosos y los usureros del poder.

Mi generación llegó en el nuevo orden. Hitler vencido y regido por ese nuevo orden, por la ley, la carta de las Naciones Unidas.

El orden fue admirable, pero el orden real fue deplorable: dos ideologías, dos superpotencias. Los movimientos en dirección de las reformas se frustraban; si se hacían en la esfera Norteamericana, eran descalificadas por ser comunistas y si ocurrían en la esfera soviética, eran capitalistas. Así, aprendimos, el rechazo.

Hoy mi pregunta: ¿Hemos dejado atrás el universo de la Guerra Fría? ¿Nos acercamos al universo de nuestra esperanza?. ¿Seguimos con la costumbre de llevar puesta la estrecha pero habitual camisa de fuerza de la Guerra Fría? Muchos insisten que al perderla, como Neso, les arrancan la piel. Hace unos pocos años la respuesta era gozosamente afirmativa. Quién de los de mi generación, no celebró la asombrosa secuela, que siguió a la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989. Era el fin de las escleróticas tiranías comunistas. La transición hacia la democracia en América Latina. Hoy 29 años después de la caída del Muro de Berlín, la cara de euforia no oculta la mueca de incertidumbre. Cuando emprendimos el paso de la transformación no pudimos prever que no sería fácil y mucho menos gratuito; no estábamos preparados para esa transformación, ni económica, ni política, ni jurídica. Seguimos privilegiando el gusto sobre lo correcto. Donde no hay claridad hay confusión. Vivir de espaldas a la realidad es un suicidio, salvadoreños no se puede continuar distraído de lo que hoy sucede.

En el momento actual y en el pasado reciente hemos sido sacudidos por escándalos monumentales de corrupción; en la Asamblea Legislativa no se eligen magistrados y todo de atrasa; la violencia indetenible; la tendencia a desconfiar es un signo dominante; la corrupción galopante; trabajo de funcionarios por su propio bienestar. Las pruebas están a la vista en la situación de nuestro país, al caer la máscara de la Guerra Fría, dos ideologías complementarias por la necesidad de contar, cada una con su enemigo visible, dejan al descubierto las realidades ocultas lo que no disminuye el valor y los fines propuestas, pero sí hay que analizar los obstáculos suspendidos entre el hielo y el fuego. Entre el modelo de libre mercado y la persistencia de los problemas sociales, entre la dinámica multipolar necesaria y la mono polaridad asumida por los Estados Unidos.

Están las nuevas generaciones dispuestas a imponer su carácter, lo veo tímidamente, por lo cual resurgen del pasado con toda la fuerza de un surtidor, abundante agua tanto nutritiva, como contaminada. Les pregunto: ¿Estamos dispuestos a separar unas de otras?

Diputado