La paradoja humana

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Por Max Mojica

2018-08-13 5:03:44

Desde que ocurrió la “revolución cognitiva” hace unos 150,000 años, el Homo Sapiens ha utilizado diferentes tipos de maquinaria para hacer más fácil su vida o potencializar sus capacidades. Desde aquella lejana herramienta de pedernal que utilizábamos para hacer fuego, hasta nuestros modernos teléfonos inteligentes, las maquinas han sido una constante al servicio de nosotros, pero, ¿se mantendrá esa tendencia en el futuro?

Las máquinas invariablemente estuvieron a nuestro servicio, hasta que, de forma imperceptible, el orden de las cosas está empezando a cambiar. Los cambios son tan trascendentales, que sorprende la falta de atención que la humanidad tiene respecto de ellos.

En septiembre de 2013, investigadores de Oxford publicaron el informe “El futuro del empleo”, en él se analizaba la posibilidad de que diferentes actividades y profesiones humanas fueran sustituidas por algoritmos informáticos para el año 2035. Las conclusiones fueron terroríficas.

Según ese estudio, para la década de 2030, en Estados Unidos (que cuenta que una población mucho más educada que la nuestra), el 47 % de los empleos en ese país correrán el riesgo de ser sustituidos por robots o por algún tipo de algoritmo informático. En detalle, las tasas de sustitución serían las siguientes: 99 % de los puestos de trabajo en un call center serán sustituidos por un programa como SIRI de Apple, mientras que serían sustituidos por robots: 97 % de los cajeros; 96 % de los chefs; 97 % de los meseros; 91 % de las agencias de viajes; 89 % de los panaderos; 89 % de los conductores de autobús; 88 % de los obreros de la construcción y 84 % de los guardias de seguridad. Y la lista sigue.

De acuerdo con estos estudios, ninguna profesión estará a salvo de ser sustituida por robots o algoritmos informáticos, por lo que también afectará a abogados, médicos, decoradores de interiores, administradores de empresas, arquitectos e ingenieros, solo por mencionar algunas de las profesiones que más demanda tienen en nuestras universidades locales.

Los robots y los algoritmos informáticos ahora también constituyen un tema de seguridad nacional. Desde las Guerras Bíblicas hasta la Guerra de Corea, los números de los ejércitos eran garantía de triunfo. A partir del atentado en las Torres Gemelas, el mundo cambió. Ahora lo que se necesita para ganar una guerra es información y tecnología. La Guerra del Golfo –en donde volaron aviones robotizados cargados con bombas inteligentes–, le demostró al mundo que los números de los efectivos militares ya no cuentan. En CNN veíamos cómo los tanques de Saddam salían disparados por los aires, como si se tratase de un video juego, sin apenas exponer las vidas de los soldados norteamericanos. En resumen, los humanos ya no somos tan útiles… ni para la guerra.

¿Hacia a dónde vamos? Estamos dirigiéndonos hacia la “Inteligencia Artificial”. ¿Será posible que una máquina sea más inteligente que nosotros? Lamentablemente ya hay indicios de ello: confiamos más en Google y Waze, que en nuestra propia inteligencia, conocimiento o instintos. A medida que se vaya haciendo realidad la existencia de una economía basada en inteligencia artificial y altamente robotizada, que haga que la producción sea limpia, rápida y eficiente, sin huelgas ni sindicatos y sin luchas por mejoras salariales; no está del todo claro, que es lo que las sociedades y los gobiernos harán respecto a esas masas humanas, que de repente se verán excluidas de la posibilidad de prestar servicios y así poderse ganar la vida.

Si combinamos el desplazamiento laboral generado por la tecnología con la nueva longevidad de la raza humana, derivada de las mejoras alimentarias y avances de la medicina, la humanidad está caminando aceleradamente hacia una reestructuración de sus sociedades y gobiernos. Los efectos a futuro de la reducción radical de puestos de trabajo, combinada con humanos más longevos (que no dejarán los puestos de trabajo que ya tienen), probablemente generará una disminución aún más marcada de las tasas de natalidad en el primer mundo, pero, los efectos en el tercer mundo, son del todo impredecibles.

Lo cierto es que Dios creó al hombre; el hombre evolucionó y ha querido olvidarse de Dios. El hombre luego creó a la máquina; esta ha evolucionado. Ahora ¿qué hará la máquina con nosotros? Esta es la paradoja humana.

Abogado, máster en Leyes.
@MaxMojica