Muy tarde, Hugo Martínez…

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EDH / Foto Por elsalv

Por Ricardo Avelar

2018-07-24 7:51:13

“Definitivamente no”. Así de contundente fue el excanciller de la República y candidato a la presidencia por el FMLN, Hugo Martínez, cuando en una entrevista se le preguntó si consideraba que Venezuela es un faro a seguir para El Salvador.

Con estas palabras se desmarca del respaldo que dio Salvador Sánchez Cerén al gobierno del país sudamericano. Además, Martínez está aceptando lo obvio: una de las más graves crisis del Continente, en un país que pese a la riqueza de recursos es ahora económica, política y socialmente insostenible, algo que su partido siempre ha negado en contra de toda lógica.

En la misma entrevista, el candidato efemelenista condenó el abuso de poder y la represión del gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes han perdido el miedo a matar a quienes les adversan. “El drama de Nicaragua es algo inaceptable y los actos de violencia que se están dando venga de donde venga son condenables”, afirmó.

Nuevamente, Martínez se desmarcó de las posturas del FMLN y del presidente mismo. “Yo no comparto las declaraciones de Salvador Sánchez Cerén sobre este caso. Definitivamente yo no comparto las declaraciones del presidente sobre Nicaragua”, sentenció.

Este es un acto de valentía inusual en las filas del FMLN. No solo equivale a cuestionar la línea del partido, sino a desafiarla en uno de los temas más espinosos del momento: su respaldo a dos gobiernos que hace tiempo abandonaron la revolución o la izquierda y se han colocado el traje del autoritarismo. Al ir en contra de la postura que la dirigencia efemelenista ha adoptado en cuanto a Venezuela y Nicaragua, Hugo Martínez está poniendo en entredicho la identidad del partido y su liderazgo, que ha optado por alinearse a estos gobiernos —por afinidad ideológica y por conveniencia— olvidando su pasado de lucha antidictaduras.

Pese a tal valentía, este gesto llega demasiado tarde. En el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), por ejemplo, la labor de Martínez fue instrumental para que se detuviera un histórico pronunciamiento denunciando la represión a cargo de Nicolás Maduro. A finales de mayo de 2017, el representante salvadoreño pidió un receso en la sesión en que se discutía una resolución firme y contundente y tras el retorno, varios países del Caribe se arrepintieron de apoyarla. El Salvador, jugando una postura ambivalente, se limitó a abstenerse y facilitó el fracaso de tal pronunciamiento.

Si bien es cierto un canciller no marca la política exterior, es su principal ejecutor. Puede no haber dado la orden, pero es parcialmente responsable de esas acciones y de avalar prácticas poco democráticas en países vecinos. Por eso, más de un año después, se sienten tardías sus críticas a los regímenes de Maduro y Ortega-Murillo.

Yo quisiera sentirme esperanzado de que hay un atisbo de moderación dentro del FMLN. También me entusiasma la idea de que un partido tan rígido se esté abriendo a una pluralidad de opiniones y que una izquierda progresista y antiautoritaria (pero de verdad, no a conveniencia) se vislumbre en un país donde ambos extremos políticos viven en la prehistoria.

Pero el comportamiento anterior del excanciller Martínez no deja de parecerme una piedra en el zapato. Puede que hacia dentro él haya tratado de moderar posturas de su gobierno. Puede que haya intentado llevar relaciones diplomáticas dinámicas y versátiles, siendo efectivamente un buen canciller. Todo esto podría (y parece ser) cierto, pero no borra el hecho de que El Salvador dio su respaldo a políticas barbáricas e inaceptables.

Por eso, lo que procede para tomar en serio las palabras del aspirante presidencial es un verdadero acto de contricción. Un honesto “mea culpa” puede legitimar y validar lo dicho en tal entrevista. La honestidad incómoda y una disculpa siempre pesan más que solo asumir que el pueblo tiene memoria corta.

De no hacerlo, sus palabras lucirán como un intento de congraciarse con gran parte del electorado que está condenando los abusos en Venezuela y Nicaragua. Sin reconocer sus errores como exfuncionario y disculparse, estas esperanzadoras palabras llegan muy tarde y sirven de muy poco.

Analista político
@docAvelar