El diputado mundialista y sus consecuencias

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Por Jaime García Oriani

2018-06-22 8:31:52

Dicen que no se hace leña del árbol caído, especialmente cuando son temas delicados, de esos que golpean el corazón y pueden herir sensibilidades. Que Argentina está casi fuera, que Alemania perdió contra México, que un diputado salvadoreño fue a disfrutar de este magno evento. Sin duda, el Mundial da mucho de qué hablar y en la política también se vive la pasión del fútbol.

El viaje del diputado Carlos Reyes causó enorme indignación y disgusto. Él se disculpó y dio por cerrada la polémica. “Deseo expresarle al pueblo salvadoreño que me ha impactado esta situación y por este medio vengo a aclarar a la opinión pública y a pedir disculpas a todos los salvadoreños que les haya incomodado lo ocurrido”, dijo en conferencia de prensa, sin responder a las preguntas de los periodistas.

Disculpas aceptadas. Pero esto no significa que debemos dejar pasar las cosas como si nada o ser condescendientes y misericordiosos. Intentar tocar las fibras sentimentales con argumentos estilo “era un sueño que tenía desde niño”, no ayuda. Todo acto trae consecuencias; esta es la belleza de la libertad. Lo que corresponde ahora a la población es juzgar, continuar con la exigencia y decidir si vale la pena en el futuro darle el voto. Por eso, detengámonos un poco, analicemos este suceso, sus efectos y alcances.

Un amigo restaba importancia al asunto diciendo que en las empresas es normal que los directivos organicen sus agendas y, en caso de un viaje, deleguen y gestionen las cosas a distancia. Tiene razón. Sin embargo, este hecho no se puede analizar desde la óptica empresarial, porque el punto de partida es totalmente distinto: estamos hablando de un servidor público, en quien se ha depositado una enorme responsabilidad y que debe estar en sintonía con lo que los ciudadanos esperan y necesitan.

Vimos cómo la ausencia de un diputado entorpece el trabajo legislativo. La comisión de Obras Públicas de la Asamblea, que él preside, no sesionó por falta de quórum. Y aunque hubo otros legisladores ausentes (¿y su suplente?), sobre los que también recae la responsabilidad, Carlos Reyes está en la obligación de garantizar su funcionamiento. Como se ve, aquí ni la lógica de “delegar” asegura las labores.

Lo que más llama la atención es irse al Mundial cuando estamos a menos de un mes para la elección de magistrados de la Corte Suprema de Justicia. El calendario es bastante apretado, hay intereses de sectores que buscan influir para “meter a su gente” y existe el riesgo de que la Sala de lo Constitucional —un tribunal que en los últimos años ha frenado los abusos del poder— quede acéfala. Sumemos el agravante de que se trata del jefe de fracción de ARENA, el partido que tiene mayor representación en la Asamblea. Los buenos líderes comen de último y son los últimos en abandonar el barco.

Dicho esto, desde el punto de vista comunicativo, este viaje manda un mensaje —consciente o inconscientemente— por el cual se evidencian cuáles serían sus prioridades. En una era hiperconectada y con sed de transparencia, los políticos deberían comportarse teniendo siempre en mente cuál es el mensaje de sus acciones y pensando que todas sus obras, aun en el ámbito privado, pueden convertirse en públicas. Aunque la esfera privada se ve tantas veces machacada en estos tiempos, lo bueno es que invita a actuar con coherencia.

Me llamó positivamente la atención el tuit del candidato presidencial de ARENA, Carlos Calleja, en el cual compartía la indignación de la población y exigía explicaciones al diputado. Dos días después, pedía a su partido cambiar y mejorar. Si bien en su campaña interna hizo poca crítica interna, aún están a tiempo para enmendar el camino y ofrecer a los salvadoreños proyecto político confiable y serio. Esperamos acciones concretas.

Queda cerciorarnos de que no recibió ni un centésimo de fondos públicos para el viaje y que se le descuenten los días que estuvo fuera, como Reyes solicitó. Finalmente, ARENA podría dar un paso más y removerlo como jefe de fracción. Es una oportunidad para ganar credibilidad y no dar lugar a la “antipolítica” para aprovecharse de estos hechos.

*Periodista. Máster en
comunicación corporativa.
jgarciaoriani@gmail.com