La despenalización del aborto es un tema con una carga ideológica demasiado grande que lo vuelve bastante espinoso para los legisladores y para el ciudadano común. Cuando los planteamientos en este tema se inclinan por discursos sentimentales más que aportar, terminan confundiendo al gran público, ocultando además información necesaria para hacer una valoración objetiva.
La bioética que está al cuidado de la vida precisamente es lo que propone: obtener conocimientos de las ciencias positivas que nos ayude a entender la naturaleza ontológica del ser humano. Estas ciencias son: la biología, antropología, filosofía y derecho. De esta conjunción de realidades precisamente es de donde surge una explicación de la naturaleza de toda persona, la realidad antropológica, filosófica y jurídica del embrión, base de sus derechos humanos, hay que construirla en primer lugar sobre su realidad biológica. Por lo tanto la pregunta es ¿Puede determinar la biología del siglo XXI en qué momento comienza la vida humana?
La ciencia a través del método científico comprueba las hipótesis que se plantean para determinar con certeza un concepto que se pretende comprobar. La pregunta relacionada a ¿Cuándo se es un ser humano? Debe de ser respondida por los embriólogos no por los teólogos, políticos, técnicos en rayos X, estrellas de cine, neurólogos, o ginecólogos sino por los especialistas en los seres vivos en las primeras etapas de desarrollo. A continuación tres ejemplos de opinión de expertos:
“La ciencia del desarrollo del individuo antes de nacer se llama embriología. Es la historia de los milagros, en donde describen los medios mediante los cuales una célula microscópica se transforma en un complejo ser humano.” Profesor Thibodeau G.
“Embrión: Un organismo en la etapa primaria de desarrollo: en el hombre, desde el momento de su concepción”. Profesor Ida G Dox.
“En la primera división celular, ya existe una memoria de nuestra vida; no es por lo tanto, serio ni ético alimentar dudas al respecto del comienzo de la vida humana”. Profesora Zernika-Goetz M.
El inicio de la vida humana se encuentra en el cigoto. Este cigoto contiene un ADN (ácido desoxirribonucleico) único que representa una cadena extraordinaria de genes que interactúan con el medio ambiente que los rodea para definir las características de cada ser humano. Estas instrucciones presentes en el ADN las llevará el ser humano desde que es cigoto, pasando por su niñez, juventud, madurez hasta la inevitable muerte. No cambia el ADN durante toda la vida de la persona, cambia la interacción que los genes tienen al ser expuestos a diferentes circunstancias pero no el ADN.
¿Qué dice la ciencia del embrión humano? Afirma que es el mismo individuo humano el que existe en la vida embrionaria, en la juventud o en la ancianidad y la ciencia afirma también que en los procesos temporales de la transmisión de la vida, al terminar la fecundación de los gametos estamos en presencia de un cuerpo humano; conocer que el diseño corporal de los mamíferos y dentro de ellos el ser humano comienza a determinarse con la concepción ha supuesto un cambio sorprendente en el pensamiento de la embriología.
La comunidad científica en estos momentos está de acuerdo con lo afirmado por el Dr. Jerome Lejeune considerado como el padre de la genética moderna y descubridor de la trisomía 21 (Síndrome Down): “Aceptar el hecho de que después de la fertilización se crea un nuevo ser humano dejó de estar sujeto al gusto u opinión personal… es simplemente una evidencia experimental”.
Ahora en El Salvador se discute sobre si se despenaliza el aborto en tres supuestos: malformaciones congénitas del niño, enfermedades graves que ponen en peligro a la madre y en una violación. Ojalá nuestros legisladores escuchen a la ciencia y no tomen decisiones en posturas sentimentales o poco serias. Legislar implica informarse bien. Escarmentemos en cabeza ajena, España en donde está totalmente despenalizado el aborto, solo en 2011 se han alcanzado 118,359 abortos, es decir, que se produce un aborto cada 4.4 minutos.
Busquemos otras soluciones fortaleciendo la educación de nuestras niñas y adolescentes, estudiando más a fondo la forma de tratar las malformaciones congénitas y en protocolos terapéuticos que protejan a la madre y al niño en enfermedades graves. No vayamos por la solución fácil, vale la pena implicarnos un poco más en las causas.
*Pediatra. Miembro
de la Asociación de Bioética de El Salvador