Millennials: ¿cómo tratar (y sacar adelante) a esta generación?

Ellos crecieron -crecimos- escuchando que son especiales, que conseguirían todo lo que quisieran y hasta recibían medallas por el simple hecho de participar, aunque hubieran sido los últimos o los que tenían peores resultados.

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Un hecho lamentable para el fair play de la liga española

/ Foto Por AFP

Por Jaime García Oriani*

2017-01-28 7:21:00

Los retos que la generación Millennial representa son grandes. A ellos se les acusa de ser poco serios, perezosos, egoístas y nada comprometidos, con enorme inestabilidad laboral y poca satisfacción. Al mismo tiempo, tienen cosas positivas, como su capacidad de innovación, adaptación, sensibilidad solidaria y preocupación por el medio ambiente. 

Simon Sinek, escritor y motivador inglés, comparte algunas pautas que ayudan a entender por qué actúan así y cómo tratarles para sacar el mejor provecho. 

Retomaré ideas que ha propuesto en sus videos. 

A los Millennials les gusta velar por sus derechos y desean ejercer el liderazgo. Por eso los jefes les preguntan qué quieren. Muchas de sus respuestas tienen que ver con la comodidad en el ambiente laboral. Se les conceden sus demandas y aun así están insatisfechos. ¿Qué sucede? 

Ellos crecieron rodeados por “técnicas fallidas de educación”. Siempre les han dicho que son especiales, que conseguirían todo lo que quisieran; algunos hasta recibieron honores académicos, no porque los merecieran, sino porque sus padres se quejaban si no eran reconocidos y hasta se les daba medallas por el simple hecho de participar, aunque hubieran sido los últimos o los que tenían peores resultados. 

Cuando estas personas terminan la escuela y llegan a sus primeros trabajos, se topan con que no son tan especiales, que sus madres no les conseguirán el ascenso, no reciben reconocimientos por haber llegado de último y que, además, no lo recibirán solo por el simple hecho de quererlo. Se sienten de menos y la imagen de sí mismos queda destrozada. Esto forma una generación con menor autoestima que las anteriores. 

El otro problema es que están creciendo en un mundo de Facebook-Instagram, es decir, en una sociedad buena para “poner filtros” a las cosas. Somos, pues, buenos en aparentar maravillas aunque suframos o estamos quebrados interiormente, incluso deprimidos. Todos parecen duros, recios, como si tuviesen todo solucionado. Pero en realidad hay desorientación y muy poca fortaleza. 

Sinek explica que las interacciones en social media y con los celulares liberan dopamina (un estudio de científicos de Harvard, realizado en 2012, encontró que esa sensación de placer en el cerebro está asociada a aquella que se siente con la comida, el dinero o el sexo), cuyo placer es altamente adictivo. Por esta razón se siente tan bien recibir un mensaje o un “Like”. Cuando se encuentran solos o con sensación de soledad, comienzan a mandar mensajes y mensajes, con la esperanza de recibir una respuesta que les haga sentir bien, o revisan continuamente cuántos “Me gusta” han recibido. 

Al tener un acceso ilimitado a estos “productores de dopamina”, desde la temprana adolescencia, los convierten en un modo de liberación de estrés. Cuando se topan con situaciones duras, se vuelcan a sus dispositivos o a las redes sociales, que les ofrecen alivio temporal y no saben realmente cómo enfrentarse a ellas. Además, cuando crecen se les dificulta formar relaciones con sentido profundo, porque las relaciones fundamentadas en estas tecnologías suelen ser superficiales. 

Estas tecnologías no son malas, pero necesitan un balance, pues el exceso siempre daña. Las adicciones, con el tiempo, destruyen las relaciones, cuestan tiempo, dinero y empeoran las vidas. 

Esta generación es impaciente. Los millennials han crecido en un mundo de gratificación instantánea. Si quieres comprar algo, basta ir a Amazon y llega al día siguiente. Si quieres ver una película, lo puedes hacer sin depender de una función de cine o puedes disfrutar de los shows televisivos cuando y cómo se te dé la gana, sin necesidad de esperar a la siguiente semana. 

Todo lo que quieras, lo puedes tener inmediatamente… menos la satisfacción laboral y la fortaleza en las relaciones. Para estas cosas no hay apps. Son arduas y exigen un proceso lento y tedioso. 

¿Qué hacer, entonces, ante un diagnóstico al que es aparentemente difícil darle una respuesta adecuada? Para romper un poco con la tradición de la inmediatez y ganar en paciencia, veremos en el artículo de la próxima semana, las propuestas de Simon Sinek. Un pequeño adelanto: son más simples y sencillas de lo que podríamos creer. 

*Periodista. 
jaime.oriani@eldiariodehoy.com