15 de septiembre de 2019

Por ser la mía una familia de agricultores, tan apegada a la tierra, el sentimiento patriótico se ensancha, dado que vemos en esa tierra la forma física de la Patria

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Por María Alicia de López Andreu

2019-09-20 6:11:55

A pesar de lo mucho que los golpes de la vida me han cambiado nunca he perdido la emoción, el fervor, el sentimiento profundo que el 15 de septiembre me ha producido desde mi infancia. Posiblemente sea porque, desde muy, muy pequeña, presencié que a la Patria no se le niegan sacrificios, por grandes o peligrosos que sean. De allí que me parece inverosímil que, habiendo quienes han llegado al sacrificio extremo por nuestro país, haya ciudadanos que nieguen a El Salvador acciones tan mínimas como mantener la limpieza, cumplir las leyes, pagar impuestos, ejercer el sufragio, trabajar con excelencia y rechazar la mediocridad.

Por ser la mía una familia de agricultores, tan apegada a la tierra, el sentimiento patriótico se ensancha, dado que vemos en esa tierra la forma física de la Patria. Y si añadimos las historias de gestas patrióticas de otros antepasados, pues lo más lógico es que, para mí, como para infinidad de salvadoreños, estas fechas que nos reviven nuestra nacionalidad e identidad, sean de gran importancia.

Por eso, los actos conmemorativos de nuestra Independencia Patria, celebrados por el Alcalde Muyshondt el 14 de septiembre, me emocionaron y gustaron tanto. Fue una celebración a todo lo que nuestra nacionalidad representa, a nuestra historia, a nuestra cultura. Hubo mucha alegría, orden, participación y limpieza. Y mucho más me emocionó que el 15, cumpleaños 198o. de nuestra Patria, el Alcalde haya invitado a nuestras autoridades para que, juntos, presentaran sus respetos a nuestros Próceres y celebraran debidamente esa fecha colocando las tradicionales ofrendas florales ante el monumento a la Libertad. Gracias, Alcalde, por hacer lo correcto.

El desfile del 15 de septiembre, que vi por ratos por televisión, me pareció vistoso, aunque desordenado porque el público no contribuyó, tomando fotos en medio de las marchas, otros vendiendo e, incluso, un carretón de minuta que, atravesándose, hizo perder el paso a los participantes. Pero todos, militares, policías y estudiantes, aportaron lo mejor de sí en ese momento.

No puedo decir lo mismo del Presidente Bukele. Presentarse con unos jeans desteñidos, arremangado, en una fecha tan importante, no tiene nombre. Al menos, se quitó la cachucha mal puesta que usualmente usa. No se escuchó nuestro Himno Nacional, no hubo palabras alusivas a nuestros Próceres, pero sí abundó el mal gusto con ese simulacro de control de la delincuencia, terminando ese feísimo acto con unas personas hincadas y humilladas. Todo eso, una clarísima acción de culto a la personalidad, dando el mensaje subliminal de sometimiento total al actual Presidente.

Según el Ministro de Gobernación, quienes critiquen la celebración de “los nuevos héroes” se deberá entender que son “los mismos de siempre”. Pues sí, los mismos de siempre que trabajamos, pagamos impuestos, somos responsables de nosotros mismos y amamos a El Salvador, con su historia, sus Próceres, sus Símbolos Patrios y sus tradiciones. Los que deseamos que no se altere nuestro Escudo Nacional, poniéndole alrededor estrellitas bailadoras; los que ansiamos que el retrato de José Matías Delgado regrese al lugar que le corresponde, en el Salón de Honor de la Casa Presidencial, lugar usurpado por una retrato de Monseñor Romero, clavado allí por el mal recordado prófugo, ahora nicaragüense. Los mismos de siempre, que nunca nos hemos ido ni nos iremos de nuestro país, al que seguiremos defendiendo como siempre lo hicimos.

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