Carta de sábado: El secuestrado II

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Los merengues se alistan para recibir al Eibar, para después concentrarse en el Liverpool y Barcelona. Foto: EFE

Por Paolo Luers

2021-04-02 6:05:46

Estamos subiendo al Cacahuatique. Conmigo van el fotógrafo Harry Matisson, el padre Maryknoll Roy Bourgeois, a quien en San Salvador andan buscando por “secuestrado”, y Roger Blandino, recién liberado preso político. Jimmy “El Gato” es el jefe de la escuadra, que nos lleva del Río Seco al Cacahuatique. Es de Río Seco y tiene varios años de combatir contra los paramilitares de la zona. En la ofensiva le tocó el ataque a Gotera y luego se quedó en los campamentos.

De miliciano pudo seguir viviendo con su familia y trabajar su tierra, y sólo de vez en cuando participaba en acciones militares. Ahora se convirtió en combatiente a tiempo completo, viviendo en los campamentos, moviéndose adonde le manden.

Me cuenta que esto es lo que produjo la ofensiva en cientos de campesinos. Se hicieron combatientes, no por decisión propia, tampoco por órdenes de la comandancia, sino por la represión. Pasada la ofensiva, en Río Seco han venido a matar: a los miembros de las comunidades cristianas de base, a los jóvenes que encontraron, “y si no los encontraron, a algún familiar”.

Otra vez se ordena silencio total. Pasamos cerca de unas casas de ‘contrarios’. Una media hora después, podemos descansar. Falta bastante, pero hemos pasado la parte crítica. Duermo inmediatamente en el lugar donde me siento a la orilla del camino. Ni siento las piedras. Ni los pies.

Más adelante entramos a una casa. “Son colaboradores nuestros. Sus hijos están en la Guacamaya”. Nos están esperando con tortillas, queso y el café más delicioso del mundo.

Cuando al fin llegamos al campamento, ya es de día. “Bienvenidos a Morazán”, dice la cocinera y nos da café caliente. Luego de dormir unas horas, escucho a Jimmy: “Compa, en el puesto de mando quieren hablar con vos”.

No puedo caminar. Las piernas no me responden. Me echo unas aspirinas y me obligo a caminar. Llegamos a la casa del mando. Roger ya está ahí.
Suena un radio con la noticia sobre el cura desaparecido. El gobierno desmiente que esté en manos de ellos. La Iglesia habla de secuestro. La orden Maryknoll, famosa en El Salvador por el asesinato de sus monjas en el 1980, pide su libertad. La embajada dice que está investigando.

El jefe del campamento dice que no sabe qué hacer. Coincide conmigo en que es una locura alargar esta farsa. Decide pedir instrucciones a la comandancia.

Mandamos a llamar a Roy y Harry. El padre insiste en ir a la Venceremos para emitir un mensaje al país y al mundo, y que luego irá a San Salvador para aclarar todo. Yo sostengo que es una locura que él aparezca en la radio...

Estamos esperando instrucciones. Hasta ahorita me doy cuenta que estoy en un lugar de increíble belleza. Una vista sobre buena parte del Oriente, con el volcán de San Miguel enfrente. Hacia el otro lado, la cadena montañosa de Morazán y Honduras. Jimmy me explica que para llegar a La Guacamaya será otra noche completa y parte del día: bajar hacia Osicala, rodear el pueblo, cruzar el río Torola, subir a La Guacamaya. Todo este trayecto, hasta cruzar el río, habrá que hacerlo antes de que amanezca, porque en Osicala, en la Calle Negra y cerca del Torola siempre hay presencia militar. Una vez pasado el Torola la cosa será más ‘al suave’…

Quiere decir, si llevamos a Roy, significa una noche y un día de marcha, un día para estar, un día para volver a cruzar el Torola y subir al Cacahuatique, y otro día para salir a la Ruta Militar, donde tendría que agarrar un bus para San Miguel y luego a San Salvador. Si todo va bien, Bourgeois se tardaría por lo menos 6 días para volver a aparecer en la capital. Una locura. Harry se ofrece regresar esta misma noche con Roy y ayudarle a vender en San Salvador la historia de que anduvo con periodistas, pero no con la guerrilla. Y luego él lo sacaría del país. “Si lo encuentran solo, lo matan”.