Carta sobre las buenas series: Fútbol y lucha de clases

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Los jugadores salvadoreños festejan el primer gol ante Guatemala. Foto Cortesía Concacaf.

Por Paolo Luers

2021-05-07 7:10:13

Para los aficionados de fútbol y Netflix:

Los que aman el fútbol, deberían ver “The English Game”, una miniserie de 6 episodios producida para Netflix. Ya el título despierta emociones y pleitos acalorados, que se discuten en bares y cafetines de London y Liverpool, Madrid y Barcelona, München y Dortmund, e igual en San Salvador: ¿De quién es el fútbol?

Primera controversia: ¿Cómo que “el juego inglés”, cuando mejor lo juegan en España, Alemania, Argentina o Brasil? Pero la controversia más profunda -y ahí estamos en el tema principal de la serie- es: ¿Es el fútbol un deporte de las clases pobres o un deporte de élites? Los aficionados del Atlético, del Dortmund y del Liverpool dirían que es el deporte de los barrios obreros - y los de Bayern, Real Madrid y Chelsea dirán que es un juego de los miembros sofisticados de las clases pudientes.

La verdad es que hoy en día todos estos clubes son empresas multimillonarias, el Liverpool y del Dortmund igual que el Chelsea o el Bayern München. Pero algunos clubes siguen cultivando el mito histórico de sus orígenes proletarios, y otros el tufo de la aristocracia - por lo menos entre sus fans. La serie “The English Game” retrata el surgimiento de esta rivalidad. Demuestra cómo el fútbol, antes sólo común entre los estudiantes de los finos colegios, se vuelve popular entre los obreros de las ciudades industriales, convirtiéndose en un deporte masivo.

Demuestra cómo el fútbol se vuelve una válvula para la lucha de clases.

Los críticos de cine le han señalado a esta serie problemas de la trama, de los diálogos y de actuación, pero esta historia pega en el blanco: retoma la pasión por el fútbol, y describe las maneras de como este deporte, desde que nació en los años 70 del siglo 19 hasta la actualidad, vive de mecanismos de identificación masiva y profunda: nacionales, regionales y sobre todo de clase.

Los dos personajes contrapuestos, primero enemigos, luego rivales y al final amigos, son un típico representante de la clase dominante inglesa que se siente dueña del fútbol: un universitario arrogante, competitivo, lleno de prejuicios sociales - y un típico representante de la nueva clase proletaria industrial, que usa el fútbol para construir su orgullo de clase. Los jugadores de los barrios industriales, obviamente cambian la manera de jugar fútbol, lo convierten de juego en batalla - y así elevan la calidad y la popularidad de este naciente deporte.

Y desde sus orígenes, el fútbol es sobre dinero. En 1870, sobre ridículas sumas, un poco encima del salario de hambre de los obreros industriales, pero suficiente para corromperlos, para hacerlos “traicionar” su club de barrio o fábrica y migrar a otro que ofrece más salario.

Uno observa estos conflictos en la serie y no tiene cómo evitar pensar en la realidad actual del fútbol, donde los jugadores se convierten en mercenarios millonarios, sin ningún arraigo en un barrio, una ciudad, un país, una clase social. Vemos a los inicios del fútbol, y reflexionamos sobre la irracionalidad de las cantidades de plata que mueven el deporte - y emocionalmente reafirmamos la nostalgia, a esta altura ya ilusoria, de un deporte que produce identidad, orgullo y coherencia social a una clase social o a un barrio.

Yo sé que me engaño, pero intuitivamente me identifico con Schalke 04 o Borussia Dortmund o el Liverpool, los clásicos clubes nacidos de barrios obreros, aunque sé que todos los jugadores no se distinguen de los de Bayern, Real Madrid o Chelsea, que son los clubes que sigo detestando.

Es irracional, pero es emocionante acompañar a un club, con el cual uno se siente identificado, en las buenas y las malas. El St. Pauli de Hamburgo tiene años de sobrevivir entre la segunda y tercera liga, pero sigue siendo para mi el club preferido en el Norte de Alemania, por sus raíces históricas en el barrio Sankt Pauli de Hamburg - barrio de obreros, putas, clubes nocturnos, estudiantes y migrantes. ¿Cómo no celebrar este club e ignorar a su vecino rico, el Hamburger SV? ¿Cómo no alegrarse que ahora Unión, del distrito popular del Este de Berlín, ahora es el número 1 en la capital - mientras que la odiosa Hertha BC, con su tufo de superioridad cultural y social, está al punto de descender?

A los que viven el fútbol con la misma pasión, les recomiendo ver “The English Game”.
Saludos, Paolo Luers