Carta sobre un barco a la deriva

Por suerte, el presidente de CEL nombrado por Bukele para dirigir la CEL, William Granadino, ya tiró la toalla. Mauricio Funes lo había puesto a dirigir PROESA, solo para quedar bien con José Luis Merino y su entonces poderoso conglomerado ALBA. Todo el mundo se preguntó por qué estaban poniendo a un importador de cerveza cubana para atraer inversiones al país

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Foto EDH / Shutterstock

Por Paolo Lüers

2019-07-16 6:00:56

Si el Grupo CEL, durante 10 años bajo el mando de gobiernos del FMLN, fue un barco con rumbo equivocado, ahora en el gobierno de Bukele es un barco a la deriva, sin rumbo ni mando ninguno.

Estamos hablando de la CEL, dueña de los embalses hidroeléctricos, casa matriz de La Geotérmica, que controla una de las tecnologías del futuro, y de ETESAL, que controla la red de transmisión eléctrica. Es en la CEL donde se decide la política energética del país y, por tanto, la competitividad de nuestro aparato productivo.

David López, capitán de este barco en los últimos cinco años, se tuvo que ir, no solo porque fue hombre de confianza de Medardo González, sino por los fracasos de su gestión. El símbolo de este fracaso es la represa El Chaparral, proyecto hidroeléctrico en el norte de San Miguel que, según los estudios de factibilidad, debió costar no más de 160 millones de dólares y estar generando energía desde el año 2016. Todavía no está terminado, pero los costos ya sobrepasaron los $400 millones y falta el 30% de la obra…

El otro símbolo del fracaso de CEL se llama LaGEO. Los gobiernos de Saca, Funes y Sánchez Cerén paralizaron y sabotearon el ambicioso plan de inversión y ampliación de la energía geotérmica, con el cual LaGEO, junto con su socio estratégico italiano ENEL, iba a abaratar la electricidad para la industria y las residencias y hacer el país independiente de las importaciones de petróleo y gas y de electricidad generada en Guatemala.

Al fin, la CEL tuvo que pagar 300 millones para comprar las acciones de la ENEL en LaGEO y con esto expulsaron el socio que introdujo capital, tecnología y experticia. La CEL quedó como único accionista de LaGEO, pero de una LaGEO que ya no tiene capacidad de inversión, de crecimiento y ni siquiera de mantener el mínimo mantenimiento.
Sin la ampliación de la generación de energía, tanto la geotérmica (por el autoboicot a LaGEO), como la hidroeléctrica (por el fiasco con El Chaparral), el país queda condenado a tener precios altos de energía y de la dependencia de las importaciones, tanto de petróleo y gas como de electricidad.

El gobierno de Bukele no ha dicho ni una palabra sobre esta problemática, que es una de las más importantes para el desarrollo económico del país. En vez de buscar a los mejores profesionales para dirigir la CEL, LaGEO, la INE y ETESAL, Bukele dejó todo el sector energético en manos de gente sin ninguna experiencia ni visión sobre el tema de la política energética y la innovación técnica. No han dicho nada sobre qué van a hacer con El Chaparral, ni tampoco una sola palabra sobre cómo piensan desbloquear el desarrollo de la generación de energía geotérmica. Pero, ¿qué impulsos podemos esperar para esta tecnología del futuro de un funcionario como Mynor Gil, cuyo récord profesional se agota con haber ejercido como director de distrito en la alcaldía de San Salvador de Bukele y como fundador de Nuevas Ideas?

Por suerte, el presidente de CEL nombrado por Bukele para dirigir la CEL, William Granadino, ya tiró la toalla. Mauricio Funes lo había puesto a dirigir PROESA, solo para quedar bien con José Luis Merino y su entonces poderoso conglomerado ALBA. Todo el mundo se preguntó por qué estaban poniendo a un importador de cerveza cubana para atraer inversiones al país. Igual ahora la gente se preguntó: si este hombre no supo hacer nada en PROESA, ¿cómo esperar que sepa dar rumbo a CEL y toda la política energética?

Bueno, al renunciar Granadino a la CEL, seguramente porque se dio cuenta que allá solo podía fracasar estrepitosamente, el presidente Bukele lo vuelve a mandar a PROESA. Qué extraño método de reciclaje…

La CEL la va dirigir el que hasta ayer fue su director ejecutivo, Daniel Álvarez. Nadie sabe nada de sus visiones y capacidades. En el contexto de un presidente, que ni en campaña ni en la transición ni en los primeros 6 semanas de su gestión ha dado pistas sobre su política energética, esto es sumamente preocupante. CEL sigue siendo un barco a la deriva. La corrupción comienza con nombrar funcionarios ineptos.

Saludos…

Paolo Lüers