Carta a un teatrero: Hay tantas historias que contar

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Tristyn Bailey, de 13 años, fue asesinada con 114 puñaladas a manos de su compañero de colegio Aiden Fucci, de 14 años. Foto de carácter ilustrativo y no comercial / https://www.facebook.com/Tristyn-Bailey-Memorial-108595448078697

Por Paolo Lüers

2021-05-28 3:36:24

Querido Migue Simán:

Domingo en la noche en mi casa es casi obligatorio hacer boquitas, preparar tragos y ver una buena serie en Netflix o Amazon. Para luego escribir sobre la serie en la carta sabatina...

Este último domingo, esta tradición fue brutalmente alterada. Daniela quería ir al teatro. Normalmente esta discusión termina en que ella va sola, porque yo, desde mis días de estudiante de literatura en Berlin, tengo una fobia al teatro. Mejor dicho, al mal o mediocre teatro. No lo aguanto. Sobre todo cuando se trata de teatro pretencioso, donde siempre tengo la sospecha de que me quieren sermonear o educar, estética o filosóficamente... Tengo el trauma de una noche de gala teatral en Berlin: “Esperando a Godot” de Samuel Beckett. Quise huir y no pude porque estaba sentado a la par de la señora que me había invitado por un precio exorbitante a ver esta obra.

Luego de algunos conflictos internos (y no pocos externos, con mis profesores y mis compañeros de estudios literarios), decidí que me voy a negar a torturarme con obras que me aburren. Y así hago, trátese de teatro, cine, o literatura.

A pesar de todo esto, el domingo pasado fui a la nueva sala de teatro que han instalado en Galerías para ver tu obra “Testigo de Cargo”. Bueno, la historia es de Agatha Christie, pero vos la reescribiste y la pusiste en escena. Fuimos por tu papá, quien con tanto orgullo habló de tu proyecto de crear un teatro profesional: proyecto “blackcoyote”... Entonces, por deferencia a tu tata, me sacrifiqué y fui al teatro. Para más joder, todos los boletos estaban agotados y nos tocó sentarnos en la mesa del jurado, que, según nos explicaron, juega un papel en la obra. No solo verla, sino ¡participar de la obra! ¿Dónde diablos estoy metido?

¡Que equivocado estaba! La pasé bien. Me divertí - ¡en una sala de teatro! Sentado en el escenario, pude ver muy de cerca a los actores, y para mi sorpresa nadie sobreactuó, nadie cayó en la gesticulación artificial del mal teatro, era obvio que tenían una dirección adecuada que cuida todos los detalles. Dirección por un chavo de... ¿cuántos años tenés, Migue? ¿De dónde sacás esa seguridad y confianza en tu proyecto? ¿Qué te da el valor de apostar a un teatro que narra una historia, que no molesta con ningún dedo índice, ni político ni filosófico ni estético, sino simplemente divierte y mantiene al público en suspenso?

Sentí un gran alivio. Saliendo de un teatro, estaba relajado, casi feliz. Saqué el celular y me di cuenta que había estado casi 3 horas en esta sala, ¡sin sentir el tiempo! Sabés, Migue: Esto es lo mejor que puedo decir de una obra de teatro.

Si tu visión de teatro es así, te va a funcionar tu proyecto de poner una sala de teatro para unas 300 personas en un centro comercial. La gente te va a pagar con gusto los $10 para una noche de diversión y para seguir una historia bien contada. También te va a funcionar la idea creativa (que me imagino que te mueve) de acercar el arte teatral a la gente, de quitarles al teatro el mito de complicado y elevado. Viendo que la sala está montada en Galerías (en lo que antes era el almacén ZARA), me imagino que el proyecto será permanente y que todos los fines de semana habrá obras, y cada mes diferentes. Si el teatro y el rol de director no se te suben a la cabeza y contaminan tus próximas obras, el “Teatro Blackcoyote” será un éxito.

Hay tantas historias que contar. Historias, no ideas...

Gracias, Migue, y mucho éxito. Saludos, Paolo Luers

Posdata: Quien piensa que a Migue le financia su familia su obsesión con el teatro, para que se divierta, está equivocado.