Carta a los funcionarios incapaces: Con ustedes comienza la corrupción

descripción de la imagen
San Salvador, miércoles 23 de septiembre de 2020 Una jornada de pruebas de COVID19 se realizó en el centro de San Salvador con el objetivo de detectar posibles contagios del virus en la capital. Se han instalado tres puntos de toma de muestra en la plaza Barrios frente al Palacio Nacional. Otras tres en el barrio San Jacinto y otras en el Salvador del Mundo. Foto EDH/ Yessica Hompanera

Por Paolo Lüers

2020-09-23 5:07:19

Señores:

Un amigo muy sabio, letrado de leyes y con larga trayectoria de servicio público, cada vez que discutimos sobre el flagelo de la corrupción, dice: La corrupción comienza con nombrar a funcionarios incapaces, y con ellos aceptar una responsabilidad que no pueden cumplir.

Y otro amigo, igual de sabio, economista y también durante años servidor público, agrega: El daño que la corrupción hace al país no se mide solo en la cantidad de dinero robado al Estado, sino sobre todo en el costo ‘colateral’, es decir los miles de millones malgastados en un sistema ineficiente y no profesional, que se crea y mantiene para facilitar a unos pocos que puedan robar unos milloncitos. O sea, si es cierto que Tony Saca y Mauricio Funes robaron cada uno cientos de millones de dólares, su mal gobierno creado para encubrir estos robos nos costó múltiples del monto desviado.

¿Por qué traigo esto a colación ahora? Porque el Gobierno, luego de deshacerse del presidente del Banco Central de Reserva que se negó a mentir a la Asamblea, está nombrando como sucesor a alguien que no tiene la calificación que manda la ley para este cargo. La ley exige que el presidente del BCR tenga 10 años de experiencia en finanzas públicas y economía. El funcionario nombrado por el presidente Bukele se graduó como licenciado de contaduría pública en el 2010, y su récord se limita a cargos de asesor de Nayib Bukele en las alcaldías de Nuevo Cuscatlán y San Salvador. Luego, Bukele se lo llevó al gobierno central y le instaló como viceministro de ingresos en el Ministerio de Hacienda. En términos de la responsabilidad que significa presidir el Banco Central, es un novato. Adolece de experiencia, capacidad profesional e independencia de criterio.

Pero esto encaja perfectamente en la peculiar manera en la que Bukele suele nombrar a ministros y otros funcionarios claves: exige lealtad política y obediencia ciega al presidente, y considera que demasiado bagaje académico y profesional es más bien un estorbo en su gobierno.

Por eso también tuvo que salir Nelson Fuentes, uno de los pocos ‘ministros técnicos’, porque no estaba dispuesto a facilitar mecanismos de finanzas públicas hechas para desviar, malversar o robar fondos públicos. Fue sustituido por Alejandro Zelaya, un funcionario más leal al presidente y menos escrupuloso. La receta es dar a un profesional mediocre un cargo de alta responsabilidad, para el cual no está calificado, y tendrás un peón leal que no va a hacer estorbo con tonterías como principios de ética profesional.

El tercer funcionario clave para el manejo de finanzas es el Superintendente del Sistema Financiero. No extraña que Bukele haya colocado ahí otro fiel aliado político: Gustavo Villatoro. Tampoco en este caso pudo haber sido el récord académico, intelectual y profesional que recomendó a Villatoro a ser Superintendente, sino su trayectoria a la par de Tony Saca y luego de Nayib Bukele. Cuando Bukele lo promovió de director general de Aduanas a Superintendente del Sistema Financiero, Villatoro dijo que su misión era crear una mejor coordinación con el Ministerio de Hacienda. Pero la Superintendencia debe ser una entidad que actúa con independencia del Ejecutivo…

Incluso si asumimos que ninguno de los tres funcionarios mencionados comete actos de corrupción en el sentido de enriquecerse a costa del Estado, pueden convertirse en factores claves para crear un sistema de gestión gubernamental sin transparencia, sin rendición de cuentas. Un sistema que contamina la gestión pública, permitiendo que otros roben y que todos tengamos que asumir el costo colateral que significa una administración ineficiente con funcionarios incapaces que además se hacen del ojo pacho.

No es un fenómeno solo en el campo de las finanzas públicas, algo parecido está pasando en Salud, Obras Públicas, Agricultura, ANDA, CEPA y CEL: funcionarios incapaces que no van a mover un dedo para evitarnos los costos astronómicos de la corrupción. 

Irónicamente, es un gobierno que llegó al poder porque la gente estaba harta de la corrupción… 

Paolo Lüers