Carta a Angela Merkel: Su legado es el cambio que viene

descripción de la imagen
Paola Calderón en el partido de la Selecta Sub-20. Foto: Cortesía La Selecta | Fesfut

Por Paolo Lüers

2021-09-13 4:15:01

Estimada Frau Merkel:

Vivo en un país donde ni siquiera podemos soñar con tener a alguien como usted en el gobierno. De nuestros últimos tres presidentes, uno está preso luego de haber confesado que robó millones de dólares de fondos públicos. Su sucesor huyó a Nicaragua, en vez de enfrentar ante la justicia las acusaciones de enriquecimiento ilícito. Y el siguiente presidente también huyó, porque en la actualidad en El Salvador nadie tiene garantía de un juicio justo, porque ya no existe la independencia judicial. No tengo ninguna duda de que nuestro actual presidente también terminará en la cárcel o pidiendo asilo a algún gobierno autocrático, tal vez en Qatar...

Actualmente hay una controversia sobre la reelección presidencial. Nuestra Constitución la prohíbe tajantemente, a raíz de nuestra larga historia de caudillos y dictadores. Sin embargo, luego de remover a la Sala de lo Constitucional completa, el presidente ordenó a su nueva Sala a sacar una sentencia que sí le permitirá la reelección. En esta controversia, muchas veces he escuchado el siguiente argumento: “Pero en tu país natal, Angela Merkel tiene 16 años de gobernar...”. Resulta que aquí cuesta explicar la diferencia entre el sistema parlamentario, como el alemán, y el sistema presidencial que tenemos en toda América Latina y que aún tiene muchos vicios del caudillismo y de las dictaduras. Cuando explico que en Alemania el poder está concentrado en el parlamento, que controla a los jefes de gobierno y los pone y quita, muchos me ven con incredulidad. Sobre todo ahora que nuestra Asamblea Legislativa está reducida a un órgano auxiliar del presidente.

Y cuando cuento a la gente que yo personalmente, en una visita a Berlín, la he visto a usted salir del edificio donde vive, sin escolta, caminando al supermercado para hacer sus compras, muchos no me creen. No creen posible que una persona, que gobierna durante 16 años, mantenga el mismo estilo de vida, sin lujos, sin enriquecimiento, sin ínfulas de poder y ostentación. Tampoco ven con incredulidad que se puede conducir un gobierno sin tratar de destruir a sus adversarios...

En estas discusiones yo siempre resalto que jamás he comulgado con la ideología del Partido Demócrata Cristiano, del cual usted ha sido la líder durante 18 años, pero que tengo el máximo respeto y cariñosa admiración para usted. Por su manera de gobernar, por su capacidad de representar a todos, no a sectores; por su pragmatismo que no está basado en cálculos de poder sino en una genuina preocupación por la convivencia democrática de todos. Y por su decisión de no postularse nuevamente y abrir camino a la renovación necesaria.

Todo esto no me impide sentir una gran satisfacción de que, según todas las encuestas, su partido no va seguir gobernando. Lo que muchos admiramos nunca fue su partido, sino el hecho de que usted, a pesar del conservadurismo de su partido, logró lanzar políticas progresistas. Es obvio que la Democracia Cristiana no tiene ni la capacidad ni la voluntad de enfrentar los retos principales del futuro: cómo enfrentar el cambio climático, cómo transformar la industria alemana para hacerla compatible con las metas climáticas, y cómo hacer todo esto preservando y mejorando la justicia social. Es obvio que ante estos retos, el futuro es de los Verdes y la Socialdemocracia, que sobre estos puntos tienen amplia coincidencia. Las elecciones del 26 de septiembre las van a ganar los socialdemócratas junto a los Verdes. Ya muchos habían diagnosticado la pronta muerte de la socialdemocracia alemana, y ahora resucitan, porque el país necesita un cambio de rumbo. Al partido de los Verdes siempre lo vieron como un partido encerrado en un nicho, pero ahora que el país abraza el cambio, se está convirtiendo en factor de poder.

La derrota de su partido no le quitará nada a su legado, Frau Merkel. A líderes como usted no los medimos por el éxito de su partido, sino por los consensos nacionales que logran construir, aun contra la resistencia de sus correligionarios. Y aunque aquí parece insólito, usted es la prueba de que la grandeza de un gobernante no se mide por su poder concentrado y su riqueza acumulada.

Aunque usted nunca lo va a reconocer en público, su triunfo final es haber conducido a su país a la madurez y solidez que se necesita para cambiar de rumbo y renovarse. Usted ha creado las condiciones de estabilidad para que ahora, cuando es necesario, las fuerzas de centroizquierda asuman el gobierno. Cuánto podemos aprender de usted para salir de la politiquería...

Con usted, se va una gran mujer.

Saludos, Paolo Luers