Carta a los comités de aplauso: ¿luego del chino, un cuento árabe?

descripción de la imagen
Nyekachi Douglas, Miss Negeria, no pudo controlar su emoción al momento de anunciar a la ganadora. Foto AFP

Por Paolo Lüers

2019-12-16 6:29:02

Luego de la gira en China, nuestro presidente desapareció del mapa mediático por unos días, cosa extraña para un gobernante tan publicitado, quien viaja con tanto equipo de prensa y propaganda.
A los cuatro días de haber aterrizado en Qatar, Bukele apareció en Doha, la capital del Emirato, en una foto con el ministro de energía de Qatar. Hablaron de cooperación, pero sin dar detalles.
La ciudad estaba en los últimos preparativos para el Foro de Doha, un encuentro anual que los jeques de Qatar organizan para que dirigentes políticos, económicos y académicos del mundo discutan problemas y retos de importancia mundial. A esta altura, faltando dos días para su apertura, el presidente de El Salvador no estaba incluido en la agenda del Foro.
Le costó cinco días en Doha para finalmente conseguir que lo incluyeran al Foro. O sea, nuestro presidente no fue a Qatar para responder a una invitación al Foro Doha, sino fue a Qatar para conseguir una invitación. La consiguió. Cuando el Foro se inauguró, el 14 de diciembre, en la agenda actualizada aparecieron, en la sesión de clausura, unos 5 minutos (de 18:20 hasta 18:25) para un discurso del presidente de El Salvador. Horas después, cuando apareció la última versión de la agenda, le habían aumentado a 15 minutos, siempre dentro de la sesión de clausura. A estas alturas, ya el jefe del Estado de Qatar, el Emir Tamim bin Hamad Al Zani, se ha reunido con el presidente Bukele y dado instrucciones al presidente de Qatar Airways de discutir con la delegación salvadoreña sus planes de construir un segundo aeropuerto internacional.
El equipo de prensa de Bukele (y en consecuencia los medios salvadoreños) interpretó muy de su manera el hecho de que a su jefe le acomodaron simplemente agregándole al Foro 15 minutos al final: en la versión publicada en El Salvador, las palabras de clausura del Foro de Doha estaban al cargo del recién invitado presidente salvadoreño.
Si un Foro de este tipo tiene la suerte de contar con un invitado que sea capaz para semejante reto, a veces le encomiendan dar las palabras del cierre, o sea el resumen de lo debatido. En este Foro no había palabras de cierre de este tipo. Lo que había es un invitado de última hora…
Incluso sus críticos señalaron que el discurso de Bukele en Doha fue mejor que su accidentada aparición en la Asamblea General de Naciones Unidas. Esto es cierto, pero no significa mucho.
En Doha, Nayib Bukele se paró ante líderes de todo el mundo con una fórmula simplista, que bien haría honor a un estudiante de bachillerato, quien explica cómo se imagina que debe funcionar el mundo. Pero alguien que luego de 7 años en política está sentado en Casa Presidencial, ejerciendo el poder, teniendo interlocución con otros gobernantes, no puede darse este lujo de ingenuidad y simplismo. Tiene que tener la capacidad de hablar sobre el mundo como es, visualizando opciones de cómo mejorarlo.
La tesis de Nayib en Doha: Hay tres condiciones para construir un mundo mejor, que nunca antes estaban dadas. “Ahora estamos totalmente globalizados, totalmente interconectados y producimos más de lo que necesitamos consumir. Entonces, no hay más excusas, no hay más tiempo que esperar. Así que ahora podemos acabar con la pobreza, con el hambre, cuidar la salud de todos, proporcionar una excelente educación para todos, detener el cambio climático, detener todas las guerras. Solo necesitamos la voluntad política de los líderes del mundo”.
Pero, señor presidente, no es tan simple la cosa. La suya no es un conclusión, es el punto de partida mil veces discutido que todos conocen. Foros como el Doha sirven para construir caminos; para ver qué formas de liderazgo y gobernanza y democracia se necesitan para avanzar; para ver cómo reconstruir y mejorar los mecanismos multilaterales; cómo erradicar los nacionalismos que quieren destruir estos mecanismos…
Pero bueno, nuestro presidente tuvo otros 15 minutos de fama, se codeó con jeques (que no son famosos precisamente por su altruismo y su compromiso con las libertades) y aquí en casa esto es suficiente para los comités de aplauso, que a esta altura incluyen medios de larga tradición, para escribir un capítulo nuevo de los famosos cuentos árabes de las 1001 noches….

Saludos, Paolo Lüers

Posdata: ¿Cuánto le costó al país tener al presidente, su familia, su personal de apoyo a la familia, su comitiva gubernamental y su equipo de comunicación durante una semana en el Hotel Marsa Malaz Kempinski de Doha? ¿O lo pagó el Emir?