Carta a Cristina y otros: Cuidadito con los conductores

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Foto: EDH | Archivo

Por Paolo Lüers

2019-05-06 7:26:22

Espero que la columna “Cuando el deber llama” que este lunes publicó mi amiga Cristina López no sea un aviso de que ella haya aceptado un cargo en el gobierno entrante. Simplemente no creo que alguien tan crítica, independiente y exigente como Cristina quepa en un gabinete presidido por Nayib Bukele.

Pero ella hace en su columna una comparación interesante para argumentar que los profesionales preparados para cargos en el gobierno no deberían negarse a aceptarlos, solamente porque no les parece propicio el ambiente alrededor de un presidente electo “que miente, ataca, difama y desinforma para explotar el hartazgo de la población sin ofrecer reformas concretas sustanciales a cambio”. Negarse a colaborar con el nuevo gobierno “sería el equivalente a quemar el autobús donde vamos todos con tal de demostrar las imperfecciones del conductor”.

Es una comparación muy forzada. Si estamos sentados en un bus y resulta que el conductor está a punto de chocar por su manera irresponsable de manejar, lo que vamos a hacer es tratar de bajarnos antes de que nos mate el conductor. O en un caso extremo, trataríamos a sacar del timón al conductor ebrio, drogado o loco. Lo que obviamente a nadie se le ocurriría sería quemar el bus.

En primera instancia trataría de no subirme a un bus si tengo desconfianza de que el conductor, por ebrio o inepto, nos va a chocar. Entonces, si choca, mala suerte para los que se subieron, confiando en el conductor o desatendiendo las advertencias. Trágico también para los que se llevaría de encuentro, pero de todos modos yo no lo hubiera podido evitar, aunque me hubiera subido.

Quedémonos con la figura de comparación: Si usted está al punto de subirse a un bus y ve que el conductor no es de confiar, ¿tendrá sentido sentarse a la par de él para ayudarle a conducir?

Dejemos al bus y hablemos del gabinete de gobierno. Coincido con Cristina López en que es legítimo que alguien, aunque no esté comulgando con todas las ideas del presidente electo, acepte participar en el gobierno si ve posibilidades de aportar por el bien del país. Por más personas que hagan esto con la capacidad de no perder el sentido crítico, mejor. Pero tampoco podemos comparar la decisión de alguien que no quiere ser parte de este gobierno porque no cree en su rumbo con alguien que queme un bus en vez de prevenir que choque.

Ambas posiciones son legítimas, la de participar para evitar que el gobierno fracase y la de no querer ser partícipe de un proyecto político en el cual uno no tiene confianza. No se puede tildar de traidores a los que aceptan participar y tampoco acusar de sabotaje a los que se mantendrán en posición crítica o opositora. Tomen en cuenta que uno sirve al país desde el gobierno o desde la oposición, ambos papeles son necesarios y hay que cumplirlos bien y con responsabilidad.

Así que estimada Cristina, cuidadito con los malos motoristas que suelen chocar los buses, casi todos los días. Lo mejor es siempre tratar de evitar que tomen control del volante. Pero si ya lo hacen, mejor apartarse….

Y cuidadito con figuras de comparación que no funcionan para fortalecer un argumento. Estoy seguro que coincidimos en que sería mejor que los que formen el gabinete del gobierno entrante no sean los peores que rodearon al futuro presidente en toda su trayectoria. Hasta ahora, con los nombramientos de Cancillería y Cultura, no vamos tan mal aunque hasta ahora el dilema que tematizaste (aceptar o no un cargo) no ha existido, ya que ambas mujeres nombradas provienen del círculo interno, casi familiar del presidente electo.

Saludos, Paolo Lüers