Adiós a un gigante de la democracia y la política internacional

La lucha contra la barbarie y el oscurantismo es permanente, como nos lo recuerda el adagio de que el precio de la libertad es la vigilancia eterna.

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Manuel López Obrador. EFE

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2018-12-02 8:59:16

A los pocos meses de morir su encantadora esposa Barbara — “el arma no tan secreta del extraordinario clan Bush”—, falleció a los 94 años el expresidente y padre de un presidente, George Bush, con quien tuvimos el privilegio de conversar en un par de ocasiones y conocer su alta calidad como estadista y persona.

George Bush padre es el expresidente más longevo de la historia de Estados Unidos. Su esposa Barbara era hija de un connotado periodista de Nueva York.

Bush fue el vicepresidente y sucesor de Ronald Reagan, retomando la bandera del mercado libre como lo esencial de la tradición de los pueblos hermanados de nuestra civilización cristiana, la común herencia no solo de europeos y americanos, sino de las naciones libres del mundo.

En un inicio no hubo entendimiento entre ambos líderes, pero muy pronto se logró esa unidad de visión en lo intelectual y lo político.

La familia Bush, cuando jóvenes, hicieron amista con un estudiante salvadoreño, Vicente Sol, con quien conservaron lazos afectivos por muchos años. Y saber de él fue el tema de nuestra conversación con Barbara Bush, que luego se emocionó con dos notas editoriales de este periódico a la muerte de este recordado amigo, notas que, nos dijo, “leí al Presidente, quien mostró su pesar”.

En Miami, durante el forzado exilio de muchas familias por la guerra en El Salvador, quien esto escribe asistía a reuniones del “Elephant Club” entre republicanos y creyentes en el libre mercado y la libertad. Tuve entonces el privilegio de hacer amistad con Jeb Bush, que pudo haber hecho un honroso papel en la Presidencia de Estados Unidos, pues habla español, está casado con una señora, Columba, de ascendencia mexicana y tiene una visión muy completa del mundo y de los problemas del Hemisferio.

Los grandes políticos y personajes en cualquier campo son amables, comunicativos y hacen sentir a sus interlocutores como si fueran amigos, como en los diez minutos de conversación que tuvimos con el exvicepresidente Nelson Rockefeller. Los petulantes son los politicastros de pequeñas sociedades…

Con Jeb Bush dimos un coctel en su casa a favor de un candidato republicano a congresista de un estado norteño….
Hay una fuerte hermandad entre las personas que creen en las sociedades libres, en la común herencia de nuestra civilización occidental.

Bush y Gorbachev pusieron fin al imperio del mal y la Guerra Fría

Las reuniones en el Elephant Club llevaron, como era de esperarse, a entrevistas en emisoras locales de radio y televisión, las que tenían lugar al menos dos veces por mes. Y de allí a giras para hablar a grupos de jóvenes republicanos en Estados Unidos y en muchas ocasiones con jóvenes políticos de muchas partes y con congresistas como Jack Kemp —el hombre que trazó el programa económico de Reagan—, así como George Schultz y los pensadores aglutinados en la Sociedad Mont Pelerin, herederos de la tradición forjada por Adam Smith y los economistas de la Escuela Austriaca, a su vez custodios del legado de Sócrates y los pensadores helénicos.

Bush fue un guerrero en esa eterna lucha para preservar nuestras libertades, ser uno de sus esclarecidos paladines.

En ese sentido, George Bush padre y Mijail Gorbachov pudieron propiciar y suavizar la caída de la Unión Soviética, el imperio del mal, sellando así el fin de la Guerra Fría.

La lucha contra la barbarie y el oscurantismo es permanente, como nos lo recuerda el adagio de que el precio de la libertad es la vigilancia eterna.