Trabajadores salvadoreños se las ingenian para enfrentar el alza en el precio de los combustibles
Desde el martes, El Salvador experimenta el octavo incremento consecutivo en el precio de la gasolina. Conductores de carga, del transporte público y alquiler, así como de vehículos particulares resienten en sus bolsillos las continuas alzas.
Aunque el país tiene el precio de combustiblemás bajo de la región, el parque vehicular ya supera los 1,189,007 autos (hasta diciembre de 2018) y suma 93,814 automóviles más que en 2017, que sumados a los congestionamientos por el cierre de vías, obligan a los automovilistas a hacer malabares para enfrentar el nuevo aumento del precio del combustible.
Taxistas, picacheros (comerciantes que transportan hortalizas o mercaderías), traileros, conductores del transporte público y particulares, ya sienten la presión en sus bolsillos, algunos de manera directa y otros, en los ingresos que reciben por transportar personas o mercaderías.
El precio de los derivados de petróleo subió por primera vez el 29 de enero y la última y octava ocasión, el pasado lunes 6 de mayo. A la fecha, la gasolina especial ya acumula un alza de $0.80 y la gasolina regular, $0.75.
El precio del diésel, que es más utilizado por el transporte público y de carga, también ha variado aunque no tanto como el de las gasolinas.
Según los precios de referencia que publica cada 15 días el Ministerio de Economía (Minec) este combustible solo ha subido $0.33 por galón en lo que va del año y el diesel bajo en azufre, solo $0.39. Sin embargo, para quienes se dedican al transporte público o de carga, el aumento ya impacta al sector.
Así lo expresó recientemente el presidente de la Asociación de Transportistas de Carga de El Salvador (Atcasal), Guillermo Massana.
A manera de ejemplo explicó que un furgón que va de El Salvador a Honduras gasta 140 galones de diésel; lo que suma $431.20; es decir que su costo ha incrementado $43.40 en lo que va del año.
“Ese costo lo estamos absorbiendo los transportistas y si esto sigue así tendríamos que renegociar las tarifas de los fletes con las empresas”, señaló Massana.
Jonathan Vásquez, motorista de la ruta 113 que conduce de Cojutepeque a San Salvador, también se siente afectado por el incremento pues a él le supone que en ocasiones deba quedarse sin los $2 que el patrón le da para comida.
Jonathan que lleva cinco años en este empleo, tiene un sueldo de $20 diarios, que debe ser descontados de los ingresos diarios que entrega al dueño del autobús y que son fijos. Además debe añadir los $60 diarios de diésel, y si las cuentas no salen, sacrifica los $2 de comida y en ocasiones hasta su sueldo y del cobrador de la unidad.
Jonathan teme, como la mayoría de sus compañeros de oficio, que el combustible siga subiendo.
Según el Minec, esta nueva alza se debe a las reducciones de inventarios de petróleo en Estados Unidos así como a la finalización de las exenciones que el país americano le daba a Irán, uno de los cinco mayores productores de petróleo en el mundo.
El Salvador, que es importador neto de combustibles, debe ajustarse a estos precios internacionales, que se modifican cada quince días.
El precio que vemos en las estaciones de servicio se calcula con base a una fórmula de referencia que toma en consideración el precio de importación, los costos por flete y los costos de comercialización. A ese costo se le agregan al menos seis impuestos estatales.