Sara Menéndez: “Pensé en quitarme la vida para que las deudas se cancelaran”

Depresión, insomnio e ideas suicidas son algunas de las afectaciones que pueden experimentar las personas ante problemas financieros.

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Por Tania Urías

2019-10-25 8:47:19

Hasta agosto de 2019, unos 629,117 salvadoreños se reportaban como deudores de una o más tarjetas de crédito, según el Observatorio de Tarjetas de Crédito de la Defensoría del Consumidor. En once meses -octubre 2018 a agosto de 2019- el número de deudores de este producto financiero aumentó en más de 24,000.

Los cobros abusivos de parte de las instituciones financieras son frecuentes en casos como este. De enero 2018 a septiembre de 2019 la Defensoría del Consumidor brindó 1,773 atenciones de problemáticas relacionadas con cobros, de esas 212 son denuncias relacionadas con acoso telefónico o presencial.

Según la Defensoría, los denunciantes reportan hasta 20 llamadas diarias de cobro ya sea al celular o al lugar de trabajo, también a jefes, personal de Recursos Humanos, compañeros de trabajo o familiares que no figuran como fiadores, para exponer al deudor o llamadas telefónicas en horas nocturnas.

Sara Menéndez, de 50 años, divorciada y madre de dos hijos de 23 y 19, llegó a acumular una deuda que supera los $80,000 producto del inadecuado uso de cuatro tarjetas de crédito y de dos préstamos.

Temerosa de un posible embargo ha llegado a sufrir depresión, insomnio y ha tenido pensamientos suicidas. Endeudarse, dice es “entrar en un laberinto sin salida”.

“Tengo un alto puesto en una empresa privada y tenía récord bueno, así que los límites de las tarjetas oscilaban entre los $10,000 y los $12,000, pero también hice uso de extrafinanciamientos y préstamos personales.

Yo no las pedía, los bancos me llamaban y me las ofrecían por mi sueldo y supongo que por mi categoría de buena paga. Ahora me llaman todo el día, pero para que pague.

El acoso de las entidades financieras es terrible, recibo alrededor de 60 llamadas al día. Al principio me amenazaban, pero he dejado de contestarlas.

Yo las tarjetas las ocupaba principalmente para pagarlas entre sí, al no alcanzarme el pago de la cuota asignada sacaba de una para pagar la otra, y así fui haciendo, pero también tuve muchos gastos en mi vida, como enfermedades y operaciones y tuve que utilizarlas y como el monto asignado era grande, no tenía problema con los límites.

Yo me di cuenta del endeudamiento cuanto no pude pagar más las cuotas y ya no tenía de dónde sacar dinero, pues los montos de las otras iban menguando y ya no había posibilidad de pagar con una, la deuda de la otra.

Deber tanto y sobre todo no tener para pagar afectó mi salud, al grado de no dormir y estar en un laberinto sin salida, hasta que llegué a la conclusión que si no paraba de abrir y cerrar hoyos, podía volverme loca. Llegué a pensar en quitarme la vida.

He sufrido este problema de deudas por unos tres años, y se agudizó en el último año porque tomé muchas malas decisiones e hice compras de cosas caras y que no necesitaba.

Hace poco llegué a un acuerdo con un banco, me consolidaron todas las deudas con ellos, que eran dos préstamos y el pago de dos tarjetas, me han dado un plazo, pero me cerraron las tarjetas, y eso es lo mejor.

Pero con otros tres bancos, aun no he podido resolver y no duermo pensando que van a embargarme mi salario o los pocos bienes que tengo.

Hoy vivo con lo que tengo y es difícil, pues nunca tuve esa oportunidad y creo que es lo mejor.
Yo he vivido una pesadilla y creo que lo más importante es no gastar lo que no se tiene, ponerse un límite, para no llegar a extremos como el mío, hasta de pensar en quitarte la vida, para que las deudas queden canceladas y ya no sentir tanta angustia”.

Lee la nota principal de este caso: Más de medio millón de salvadoreños deben una o más tarjetas de crédito